Corre, Tom, corre
Cruise y Cameron Diaz, en fuga permanente.
Hay algo impenetrable en la sonrisa de Tom Cruise que lo convierte en un enigma. En Encuentro explosivo , esa impresión juega a su favor: Cruise es un agente secreto al que no deberíamos saber si creerle o no.
A juzgar por la primera y mejor secuencia del filme, uno debería suponer que la segunda opción es la más probable. Pero sabemos que Cruise es Cruise, y por más sonrisa maliciosa y actos inhumanos, hay pocas chances de que sea el villano. De cualquier manera, ese arranque hace imaginar que el filme puede adentrarse en zonas ambiguas. ¿Será un asesino redimido por amor? ¿O un frío agente dispuesto a sacrificarse? Esa primera escena encuentra a Roy (Cruise) en un aeropuerto buscando a alguien. Su mirada se topa con June (Diaz), que arrastra con la mezcla de torpeza e inocencia que la caracteriza, una valija. Allí se chocan, se conocen y ella queda embobada. Pero cuando van a subir al avión nos enteramos que ella tiene pasajes para un vuelo posterior al suyo, a Boston.
Allí se revelará el primer secreto: el vuelo de Cruise está bloqueado. El tipo está siendo monitoreado por agentes del FBI. Cuando descubren a la chica deciden mover influencias y hacerla subir al avión: ¿será una forma de controlarlo o ella también está metida en esto? En el avión él despachará a una docena de pasajeros que lo persiguen hasta terminar en un aterrizaje forzoso y la revelación (¿real?) de los motivos de tamaño caos: Roy estaría protegiendo una fuente de energía de manos de agentes que quieren venderla a mafiosos.
De allí en adelante, la intriga se reduce y queda entonces disfrutarla (o no) por las escenas de acción y persecución, y el conato de romance entre los protagonistas.
Y si bien están profesionalmente realizadas por James Mangold, ninguna de las dos cosas funciona muy bien. Las secuencias de acción son reiterativas, con volteretas imposibles de los efectos especiales (CGI), y sólo son “creíbles” en su exageración cómica.
Más problemático es el romance. De un tiempo a esta parte, a los personajes de Cruise les cuesta “conectar” con los otros. Sus ojos parecen estar más pendientes del próximo obstáculo que de generar una relación romántica. Es por eso que las chispas que genera la dupla se parece más a la que hay entre amigos, o hermanos, que a las de una posible pareja.
Esa “ausencia” genera un vacío imposible de resolver, más allá de que el carisma personal de cada uno tape los agujeros. La pericia técnica está, los diálogos rápidos e ingeniosos también, la estructura hitchcockiana se sostiene, pero Encuentro… tiene un agujero en el centro tan enigmático e indescifrable como la sonrisa de Tom.