Entre besos y tiros
La carrera de Tom Cruise está en una encrucijada. Mirado de reojo por los grandes estudios por sus odas a la cientología –ingestión de placenta incluida-, se debate entre la autoparodia, lugar de difícil retorno para las magnates del star-system, o la continuación de una carrera más apegada a los cánones tradicionales. Encuentro Explosivo (Knight and day, 2010) marca una flanqueo hacia la primera.
El astro de Top Gun (1985) es Roy Miller, un agente del FBI asediado por sus compañeros, quienes lo acusan del robo de una valiosa arma. Pero cuando está a punto de subir al avión donde lo despacharían a plomazos, se cruza con la inocentona June (Cameron Diaz). De ahí en más, serán dos contra el Boreau.
Todo comenzó en Una Guerra de película (Tropic Thunder, 2008), donde Cruise era el cruel mandamás del estudio cinematográfico encargado de financiar el film del título. Los implantes de silicona, la calva apócrifa, los postura sobreactuada, la impostada crueldad y el break-dance postrero iniciaron el quiebre hacia la auto parodia. Les Grossman era la exacerbación de las miserias que Hollywood se empecina en endilgarle.
Encuentro Explosivo mantiene la proa hacia ese norte. Roy mixtura la capacidad física, la incredibilidad elástica del Hunt de la trilogía Misión Imposible (Mission imposible) –sobre todo la II, bajo el ala del gran John Woo- y la galantería y magnetismo seductor de Bond, James Bond. El realizador James Mangold estiliza cada cliche del héroe de acción, eleva cada lugar común para que el espectador no se tome demasiado en serio absolutamente nada de lo que el guión de Patrick O'Neill propone.
El film gana cuando apuesta al desparpajo de Cruise en clave paródica: sólo él puede pasar de colgar boca abajo mientras soporta piñas de sus captores a saltar en paracaídas, fundido a negro mediante. Pero el director de El tren de las 3:10 a Yuma (3:10 to Yuma) deja huérfana a su criatura, desplaza el eje a la inocentona June, relegando la potencia de la conciencia: si Roy es exageración, desmesura e incredibilidad, ella es lugar común, repetición vaciada de gracia. Si Encuentro Explosivo plantea una trama trillada y mil veces vista, la ganancia está en una vuelta de tuerca, tanto reversionando el género o simplemente riéndose de él. No pasa eso, y el film muta a la acción más superflua y tradicionalista del género, maniqueísmo incluido. El superhéroe es de carne y hueso.
Encuentro Explosivo se disfruta por el enorme oficio de Cruise. Lástima que Mangold no sepa, o no quiera, aprovecharlo.