Drama bélico para tomar muy en serio
Es difícil saber si la parafernalia hipertecnológica que describe "Enemigo invisible" tiene visos de realidad. Lo que está claro es que a esta altura del siglo XXI las películas de guerra ya no son lo que eran.
En realidad esto ya lo dejó claro la película con Ethan Hawke "Good Kill", pero el tema de la guerra a control remoto donde el artillero sólo debe apretar el gatillo de los misiles de un dron está expuesto de manera mucho más detallada y elaborada en este excelente film inglés.
La gran cualidad de "Enemigo invisible" y de su director Gavin Hood es haber elaborado un argumento que genera suspenso a través de las implicancias morales que significa operar un dron por control remoto para repeler un hipotético ataque suicida, poniendo a la vez en peligro a los civiles que circulan cerca del lugar.
Si bien por un lado la minuciosa descripción de la tecnología moderna para la guerra parece salida de un libro de ciencia ficción o de una película de James Bond, por otro lado la complejidad burocrática para autorizar un ataque le da un lado kafkiano muy creíble a todo el asunto. La película encuentra un eficaz punto de equilibrio entre el lado humano y los asombrosos gadgets tecnológicos, y el resultado es un drama bélico que se puede tomar en serio, y que además genera contundentes escenas de suspenso.
Si esto es posible, es en buena parte gracias a dos grandes actuaciones. Aaron Paul realmente expresa lo terrible que es tener que apretar el gatillo del dron que puede matar inocentes, y si hacía falta algo para demostrar que Helen Mirren es una actriz magistral que puede componer todo tipo de personajes, su papel de la oficial al mando no deja lugar a dudas. Y también aporta talento el difunto Alan Rickman en una notable aparición póstuma.