Oda al cliché.
Existe un interminable debate sobre los títulos con que se estrenan las películas en las salas nacionales, en torno a las razones acerca de si es necesario o no cambiar el original, con el fin supuesto de adaptarlo a una localía cinéfila o convocar desde una excusa marketinera a una mayor cantidad de público. En el caso de Mother’s Day (“El Día de las Madres”), la película del director Garry Marshall (Mujer Bonita, Día de los Enamorados, Novia Fugitiva y tantas otras comedias rosas), cuya denominación argentina es Enredadas… pero Felices, hay algo de ambos títulos en lo que se refiere al argumento y cómo se lleva a cabo.
La historia nos convoca con el pretexto de la llegada del Día de las Madres y despliega un muestrario de personajes de construcción argumental floja, con diálogos absurdos, actuaciones acartonadas y todos los estereotipos más ridículos que cualquiera pueda imaginar. Entonces allí sí encontramos un punto en común con el título local: esta película es un completo “enredo” desde el momento inicial hasta un final que parece nunca llegar.
El director que supo lanzar a la fama a Julia Roberts como una prostituta enamorada de un multimillonario parece haber olvidado cómo darle un trato cordial tanto al relato como a sus protagonistas, en este caso demasiados y con historias trilladas y superficiales, lo que hace imposible sumergirse en el relato.
Hay una gama de personajes para todos los gustos, o los disgustos: una mamá divorciada con dos hijos y un ex marido (muy sobreactuado), un supuesto dandy con una nueva relación (por supuesto con una mujer más joven, bella y muy bien dotada), un viudo con dos hijas que se encargan de la casa (dado que sigue aferrado al recuerdo de su mujer) y dos hermanas (una casada con un “indio” y otra con una mujer). Aquí un comentario importante que no debe dejar de hacerse: ¿cómo un director experto en la construcción de personajes cae en el chiste burdo del indio oscuro y la mujer lesbiana con pelo corto y actitudes varoniles?
Estas hermanas comparten padres, los cuales según nos muestran son homofóbicos y racistas (sus hijas -de hecho- les ocultan sus relaciones amorosas), pero al llegar de visita sorpresa a su casa, se convierten en unos padres comprensivos y bondadosos: otro de los muchos fallos que tiene el relato. Por último, otra historia sin sustento es la de una pareja joven con una hija pequeña, el muchacho le pide constantemente matrimonio pero ella tiene miedo de dar el “sí” debido a que es adoptada y no está segura de su identidad. Sí, esa sería la razón por la que no quiere casarse con el padre de su hija… Uno de los pocos momentos donde se llega a sonreír es un gag interno en referencia a Mujer Bonita, donde el personaje de Julia Roberts y el de Héctor Elizondo -en esta ocasión- siguen la charla de cuál es el tenedor correcto para la ensalada, un chiste para memoriosos.
Estamos frente a una comedia coral de esas que se olvidan pronto, donde un excelente reparto de primeras figuras y comediantes exquisitos quedan subordinados a una historia con muchas subtramas que no tienen nada interesante para contar, o al menos nunca logran dar con el tono correcto para hacerlo.