La última animación de Disney vuelve, afortunadamente, a los cuentos de hadas.
La última animación de Disney vuelve- afortunadamente- a los cuentos de hadas. Y así se suma a la larga lista de princesas de Walt (Blancanieves, Cenicienta, Jazmín, Ariel, Pocahontas…) la joven Rapunzel (con voz de Mandy Moore).
La niña tiene un extraño don en su blonda cabellera y es que si canta, su cabello se ilumina y tiene el poder de rejuvenecer y hasta salvar la vida de alguien. Una malvada bruja la secuestra para conservar su belleza por siempre y, haciéndole creer que es su madre, la encierra en una torre so pretexto de que es por su propio bien.
Ni hace falta decir que los creadores de estas fantasías manejan al dedillo lo que Propp había descubierto a principios del siglo XX: las funciones de los cuentos populares. Las 31 funciones del héroe se reparten entre la joven Rapunzel y su compañero, Flynn Raider. El joven, al igual que sucedía en Aladín, es un ladrón que accidentalmente conoce a la princesa desconociendo su verdadera identidad.
La serie de funciones como el alejamiento del hogar, el ayudar al antagonista sin saberlo, el recibir algún tipo de ayuda mágica y el retorno al hogar se van sucediendo de manera impecable, encadenadas por la archiconocida fórmula de Disney de números musicales y segmentos de humor, con una dosis justa de cada uno en los momentos precisos.
Como vienen haciendo desde 1937 con su animación Blancanieves y los siete enanitos, los estudios Disney trabajan con la premisa de la tragedia griega de que las familias de la realeza son una especie de síntesis de los valores de la sociedad. Claro, de la sociedad capitalista occidental: los reyes son buenos y generosos y un malvado opositor les aleja a su amado heredero, haciendo peligrar la estabilidad del reino. Todo el relato es una búsqueda por volver al status quo. Ciertas ideas conservadoras como las habilidades femeninas en las tareas hogareñas se mantienen, pero sazonadas con una pisca de humor. Luego de la autoparodia de Encantada, nosotros sabemos que ellos saben que ya no se sostiene.
Lo que mantiene vigente a estos relatos es el aggiornamiento en términos del lugar que ocupa la mujer en la aventura quitándole el protagonismo al héroe masculino, quien pasa a ser un mero ayudante y no el Salvador. Ahora las chicas nos rescatamos solas.
En este sentido, Enredados funciona a la perfección y se perfila como un nuevo clásico, conjugando lo viejo y lo nuevo, lo cómico y lo trágico.