Enredados

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

La fórmula todavía funciona…

Hay secretos que hoy en día todavía se mantienen bajo llave: la fórmula de la Coca Cola, la de las hamburguesas de Mac Donalds (por suerte) y como hizo Walt Disney para crear esa magia que aún hoy en día sigue enamorando a grandes y chicos. Muchos creyeron que con la muerte (su criogenización es un mito) del creador del ratón Mickey, la magia se había evaporado. El tiempo demostró que si bien los productos no alcanzaron los niveles que se esperaban tras su fallecimiento, la magia para muchos seguía existiendo. O, al menos trataban de imitarla. Los mejores trabajos desde entonces se dieron durante los años 90 gracias al éxito de las adaptaciones de cuentos clásicos. O sea, una de las razones por las que Walt supo capturar a la audiencia es porque se inspiraba en cuentos infantiles como los de los hermanos Grimm para crear sus películas (Blancanieves). Justamente cuando Ron Clements y John Musker le dieron una segunda vida a los estudios, se volvieron a inspirar en un cuento de Hans Christian Andersen, como fue La Sirenita (1989). Lo mismo sucedió en los años sucesivos con La Bella y la Bestia, Aladdin, El Jorobado de Notredame, etc.

Pero de a poco, los estudios empezaron a apostar por historias modernas, más “originales”, futuristas, etc que terminaron perdiendo a la audiencia, más que nada, por la falta de ideas, del humor que lograba contagiar y empatizar con el espectador. Pronto, no fueron las películas “Disney” tradicionales las que atrapaban al público, sino las de una subproductora que intentaba explorar los recursos de la animación digital: “Pixar”. La cuestión es que con sus obras completamente originales que lograban mezclar ternura, humor e inteligencia narrativa, el clan conformado por Lasseter, Stanton y Bird principalmente, revivió la fórmula de Disney para hacer magia y captar el mayor número de espectadores en una obra animada. Por lo tanto, si los animadores más veteranos fuera de “Pixar” querían seguir trabajando debían recurrir a al menos uno de ellos en asesoramiento para llevar a cabo los nuevos proyectos. John Lasseter salió al rescate y ahora, cuando vemos una película de Disney que no se relaciona con “Pixar” podemos decir que la magia está de vuelta. ¿Y por que La Princesa y el Sapo o Enredados funcionan? No es solo porque Lasseter figura como productor ejecutivo en los créditos (un talismán), sino porque han regresado a las fuentes: los cuentos de los hermanos Grimm.

Humor y Canciones

Adaptada por Dan Fogelman (guionista de la pieza más clásica y subvalorada de “Pixar”, Cars), Enredados cuenta la historia de Raspunzel, una joven princesa secuestrada por una anciana que descubre, que el cabello de la misma funciona como una fuente de juventud. Siendo aún bebé, Rapunzel es criada por Gothel y encerrada en una torre en medio del bosque, al tiempo que su cabello no deja de crecer. Si se corta, pierde su poder. Cada año, sus padres, los reyes, envían linternas (globos con velas) al cielo buscando a su hija perdida. Rapunzel las observa y desea encontrar el lugar de donde parten esas “linternas”, pero los miedos infundidos por su “madre” le impiden salir de la torre. Un día, accidentalmente, choca con la torre, Flynn Rider, un ladrón de poca monta, a quien Rapunzel lo chantajea para que lo guíe hasta la ciudad, aprovechando que su “madre” se fue a buscar comida. La pareja de héroes será perseguida por dos ex “socios” de Flynn, la madre de Rapunzel y el ejército del rey que busca una tiara que Flynn robó.

La dupla Greno / Howard (Bolt) logran una narración entretenida, adrenalínica y divertida gracias a personajes que generan empatía en el espectador, ya sea la inocente princesa como el galancito pero chanta Flynn. Además cuenta con un abanico de secundarios sólidos, donde se destacan un grupo musculosos “vikingos” que ayudaran a cumplir los sueños de los protagonistas, mientras cumplen los suyos (la mayoría relacionados con intenciones románticas o artísticas).

Los gags, acompañados por las persecuciones (se destaca un caballo que si bien no habla es más inteligente que todos los demás personajes) y la excepcional banda sonora le aportan calidez al film. Con elementos que hacen recordar a La Sirenita (la escena del bote) o Aladdin (el personaje de Flynn es un calco del protagonista de la misma), Enredados, retoma los mejores aspectos de estas películas, incluyendo las canciones compuestas por el mítico Alan Menken. El mismo, que el año pasado supo adaptar las clásicas canciones Disney a ritmo de jazz de Nueva Orleans en La Princesa y el Sapo, esta vez lo hace con tono celta.

Aunque no cae en golpes bajos o sentimentalismo solemne (el peor mal de películas como Pocahontas, El Jorobado o Mulan), la última media hora de película se vuelve un poco lenta y redundante con demasiadas idas y vueltas. Y más allá de que se puede ver una especie metáfora política alrededor de la paranoia que Gothel construye en Rapunzel, no hay un subtexto social tan evidente como el que había en La Princesa y el Sapo. Aunque ambas comparten un final un poco oscuro para los más chicos.

Más allá de estos detalles, Enredados es una obra muy simpática y honestamente vigorosa. Como siempre las voces, le dan un afortunado agregado a los productos. Esta vez se puede apreciar a Mandy Moore, Zackary “Chuck” Levi, la gran Donna Murphy (una veterana de Broadway no muy conocida en cine) o los monstruosos Jeffrey Tambor, Brad Garret o Richard Kiel (el famoso Jaws de las películas de James Bond con Roger Moore) dentro de la banda de vikingos sentimentales. Y en la versión en español está… ¡Chayanne!.

A nivel visual es realmente meticulosa en la creación de escenarios y el 3D aporta profundidad de campo en cada plano.

Disney vuelve a pasarle el trapo en materia de animación a Dreamworks, Fox o Sony. La magia del gran Walt sigue viva gracias al aporte que John Lasseter le agrega a las producciones. Aunque habría que preguntarse… ¿no sería hora de cambiarle el nombre por Lasseterlandia?