An education es una suerte de prototipo de cierto cine europeo (británico en particular), que apunta a brindarnos, con cierta discreción formal, historias de enseñanzas de vida, habitualmente enmarcadas en épocas de profundos cambios sociales. La década del sesenta, por el cambio de mentalidad que supuso en los jóvenes, es una época recurrente en este tipo de películas.
Este film narra el vínculo que establecen una joven estudiante de 17 años y un elegante bon vivant que la dobla en edad, a comienzos de los sesenta. La vida de Jenny parece reducirse al tiempo que le queda hasta poder ingresar a la Universidad de Oxford, hasta que se cruza con David, un hombre que la lleva a conocer la “educación de la vida” (el lector sabrá disculpar, pero no hay forma de eludir aquí esta trillada expresión). Como estamos ante un film británico, esta educación no se reduce a la iniciación sexual (que, afortunadamente, tarda en llegar), sino a la posibilidad de probar el sabor de la vida adulta, de acceder a los lugares prohibidos, de viajar sin preocupaciones. Jenny sabe que ya llegará el momento de encerrarse en la vida universitaria, y antes de acceder a ella, aprovecha para asomarse al mundo, un mundo que se aproxima a una revolución sociocultural que definirá una nueva dimensión de libertad para los jóvenes.
Para este relato autobiográfico de Lynn Barber, la directora Lone Scherfig presenta una puesta prolija y delicada, y consigue que la película se sostenga, en buena medida, gracias a la dupla conformada por Peter Sarsgaard y Carey Mulligan, y especialmente gracias a la candidez de esta última. El guión del reconocido autor Nick Hornby (Alta fidelidad, About a boy), cumple pero no llega a brillar, y lo mismo sucede con el resto del elenco, muchas veces víctima del esquematismo de algunas situaciones.
La ingenuidad que recorre el film por momentos es su carácterística más preciada, y por momentos, la causa de un relato carente de riesgos, que sólo demuestra cierta complejidad cuando pone en paralelo las dos formas de educación y de vida, en ese preciso momento previo al inicio del quiebre generacional. Es precisamente eso lo que se aprecia en el cambio de comportamiento de Jenny. Al final, importa mucho menos la forma en que evoluciona el vínculo amoroso entre ella y David, que las experiencias que ha acumulado Jenny antes de volver a la rigidez de la educación formal.