Mal viaje
Cinco palabras: inquietante, deprimente, intensa, perturbante y honesta. No es mi intención elevar a partir de estos vocablos definición alguna, sino dar una aproximación de las sensaciones que pude experimentar ante una película deliberadamente psicodélica.
Dos jóvenes hermanos norteamericanos, Oscar y Linda, viven en la ciudad de Tokio. Él trabaja vendiendo drogas (a la vez que consumiéndolas) y ella se desnuda en un club nocturno. Pero una noche, Oscar es víctima de una emboscada y muere al intentar escapar de la policía. Antes de abandonar este mundo, su espíritu decide deambular por distintos lugares de la ciudad (procurando cumplir la promesa que de niño le hiciera a su hermana de nunca abandonarla), y las visiones de esos recorridos se trasmutan en las más intensas alucinaciones.
Siguiendo la impronta de “Irreversible”(2002), su más conocida y cuestionada película (e inolvidable, sin importar los motivos), Gaspar Noé nos invita con “Enter the Void” a una suerte de mal viaje en sentido literal. El director pareciera plasmar con toda intensidad su imaginario sobre la muerte. Pero hablar de muerte es también hablar de vida, y es esa dicotomía la que sirve a Noé para recrear un mundo que aunque asfixiante y perturbador, logra incitarnos a su vez a un irremediable afán por vivir.
“Enter the Void” es sin duda una obra meditada y muy pensada, no por nada el guión de la misma tardó 15 años en escribirse. Filmada en parte en Japón y en EEUU- y postproducida en Francia- tardó otros 5 años en completar su realización.
Mucho color, fuera de focos, panorámicas aéreas, banda sonora intensa (histérica), planos secuencias, subjetivas, flashbacks, locaciones luminosas (Tokio como ciudad y protagonista), primerísimos primeros planos (y planos detalles), reconstrucciones microscópicas de procesos físicos, y un montaje (sonoro y visual) abrumador, son algunos de los elementos que ayudan a trasmitir la atmósfera lisérgica de la historia.
Pero no todo se trata de malos viajes y prácticas narcóticas. Hay también lugar en esta obra para las reflexiones existenciales, los vacíos afectivos, el sexo explícito, la violencia, los recuerdos, distintas instancias oníricas y poéticas, y el amor. Formas de amores inusuales tal vez, pero amor al fin.
Una advertencia: quien decida ver esta película deberá contar con bastante espacio en su agenda, ya que tiene una duración de 161 minutos. Pero tranquilos, aún con esos 15 ó 20 minutos de más que se advierten hacia el final, tiene un buen ritmo narrativo que hace que uno permanezca atrapado a su asiento sin percatarse del tiempo.