El vacío que te habita
Entre la vida y la muerte hay un lugar que las religiones han definido de manera diversa. En ese lugar está destinado a habitar por tiempo indefinido el joven Oscar, drogadicto y dealer insignificante, portador de una traumática infancia y obsesionado con proteger a su hermana Linda, de quien estuvo separado gran parte de su corta vida. De la forma más absurda, Oscar muere en el baño de un antro llamado The Void y, de alguna manera, esta muerte signa su camino al próximo plano. A través de un viaje delirante, onírico y pesadillesco, el pasado remoto e inmediato de Oscar se mezclan con el presente donde él ya no está, con su hermana definitivamente huérfana de toda familia, con los conflictos de sus amigos y conocidos. Y él, testigo enmudecido, no parece capaz siquiera de controlar el devenir de ese viaje alucinado.
Sólo hay un lugar donde semejante delirio psicodélico podía transcurrir: la Tokyo nocturna, llena de leds y luces fluorescentes, con el ritmo vertiginoso de un videoclip. Sólo allí el espíritu de Oscar puede sobrevolar entre dimensiones de tiempo y espacio, meterse en la cabeza del hombre que fornica con su propia hermana y revivir un pasado enterrado en lo profundo de su inconsciente. Y sólo allí encuentra Gaspar Noé el terreno para explayar su fantasía visual, espiritual y onírica, si bien la exploración siempre apunta más a lo sensorial que a lo metafísico.
Noé muestra en esta nueva película por qué se toma su tiempo entre producción y producción. Su afán estético es tan inmenso que se apodera no sólo de la pantalla sino de los sentidos del espectador: es un provocador visual, sensitivo, que explora sus temas predilectos desde cada ángulo posble. Así, el sexo, la violencia, las complejas relaciones familiares, los recuerdos y los sueños truncos de una juventud que podría ser bella y feliz (en "Irreversible" ya planteaba con mucha madurez algunos de estos tópicos) se cruzan en medio de un complicado background de luz, color, sonidos, por momentos monótono y tedioso.
Si bien la trama es interesante y las actuaciones cumplen, el ritmo y la sobrecarga visual atentan contra espectadores dispersos o aficionados a una narrativa más clásica. Pero ya se sabe: el cine de autores como Noé no es para cualquier público.