Enterrado

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

La presión

Un hombre está enterrado vivo. Tiene un celular, un encendedor, un cuchillo, un poco de alcohol y una carta. Pronto nos enteramos que está en Irak, y fue enterrado por iraquíes que exigen una recompensa millonaria al gobierno de USA. No importa: la película dura 90 minutos y la mayor parte del tiempo estamos en el cajón. No hay trucos: ni flashbacks, nada. Rodrigo Cortés hace un tour-de-force con esa propuesta, y lo sostiene esos 90 minutos. Film claustrofóbico si los hay. El que se sentía asfixiado con los pasillos de Alien: el octavo pasajero, mejor que mire para otro lado (u otra película).
Ryan Reynolds (que hace más que patalear y sudar) es un camionero cuyo convoy fue atacado por insurgentes en Irak. Ahora está enterrado vivo. Lo que a priori parece ser una película a favor de la invasión, pronto arremete contra todos lados. No me refiero a algunos diálogos bastante explícitos ("Yo no estaría haciendo esto si vos no estuvieras acá") sino a las corporaciones con las que Paul (el protagonista) habla por celular. Decir que el ciudadano promedio, o el hombre de clase media de EEUU está en esa situación es bastante arriesgado e incluso algo desubicado, pero la película es eso: un hombre que tiene toda la presión alrededor.
Una de las mejores secuencias del film, y que sirve para aclarar esto, es cuando apenas se puede comunicar con el FBI. Lo atiende una operadora, Paul expresa su desesperación y quiere que lo comuniquen inmediatamente con alguien. Pero la señora lo pasa a llamado en espera, y de fondo se escucha la música "tranquilizadora" de la espera. A medida que el film avanza, se hace cada vez más claro que los grandes responsables (o quienes deberían hacer algo por el hombre) no se molestan mucho por su situación. Dan Brenner (la calmada voz inglesa de Robert Paterson) es el contacto con el que más habla. El hombre realmente parece preocupado (y movilizado) por su situación. "Decime un nombre, el de alguien que hayas rescatado y que realmente te haya importado" le impera Conroy, cuando se da cuenta que no es el primero en esa situación. "Mark White" responde Dan, y a partir de allí, el vínculo estará hecho.
Lo mejor de la película es como va armando cada situación. Sabemos que tiene el celular, pero sólo tiene dos líneas de batería. Eso es suspenso. Sabemos que si no pagan el rescate en tanto tiempo, lo dejarán sepultado allí. Eso también es suspenso. Una de las secuencias más desesperantes y divertidas involucra un reptil en el ataúd. Se pueden imaginar cuál.
Si bien es un ejercicio de estilo, y más que un aprobado thriller "de género", lo antes mencionado eleva a Enterrado por encima de la media. Todo el tiempo el espectador siente que los empresarios son tan inhumanos como el árabe caricaturesco que lo mantiene cautivo. Como siempre, en un conflicto bélico, los primeros en estar entre el yunque y el martillo son los ciudadanos. La "gente común".
El guión es de Chris Sparling, uno de los responsables de las vueltas de tuerca en El juego del miedo. Y se nota un poco la malicia, principalmente un chiste algo sádico. Más allá de eso, cada situación está creada con inteligencia, precisión y tensión. La crítica política a la orden del día. Sólo queda disfrutar la película.
Cortés se vale de la música, el montaje y la iluminación (de Eduard Grau, el mismo de la estilizada Sólo un hombre) para entretener al espectador menos afecto a la idea de estar 90 minutos encerrado. También hay un par de planos "fuera" del ataúd y una elipsis, que descarta la posibilidad de que el film sea en tiempo real.
Pero de entrada, la película no oculta sus intenciones, y eso la hace noble. Ni bien comienza, los títulos de presentación evocan a Hitchcock. No sólo la música imitando a la de Bernerd Herrmann, sino también el diseño, que parece inspirado en el de Psicosis de Saul Bass. Y hasta creo que se usaron diferentes ataúdes, de distintos tamaños. Eso o Rodrigo Cortés maneja tan bien las lentes como Sydney Lumet en 12 hombres en pugna.
Una película inteligente, divertida, angustiante y bien hecha. Y de género. ¿Qué más se puede pedir?