Un séquito para esquivar
Esta película bien podría haber sido el capítulo doble de despedida de la serie en televisión, pero en cambio sus productores decidieron que esa despedida debía llevarse al cine. Y aquí está, para que la padezca quien se lo merece. Porque nosotros la vemos por un tema de laburo, pero ustedes no tienen por qué someterse al tedio que proponen Wahlberg y Doug Ellin.
La historia es que Vince, actor exitoso que para no perder su "esencia" se llevó con él a Hollywood a sus amigotes de toda la vida, ahora además de actuar quiere dirigir una película. Su representante, el insoportable y gritón Ari -que salva algunos momentos del filme-, debe lidiar con uno de los financistas de la película que intenta modificar algunos de sus aspectos. No hay mucho más.
No esperen de esta propuesta algo paródico respecto al sistema; por el contrario, es absolutamente complaciente y promocional de lo peor que Hollywood puede ofrecer, que es su onanismo y vacuidad en lo social. Los conflictos que pretende instalar carecen de importancia ya que no es posible empatizar con tanto snob suelto. Los puntos más ridículos del filme y donde exhibe su mayor cuota de autocomplacencia suceden cuando hay algún cameo. Algunos de esos personajes son tan irrelevantes que otro tiene que gritar el nombre del invitado para que se sepa quién es.
Ari pretende que todos crean que el filme que Vince dirige y protagoniza es una maravilla, pero nunca lo vemos demasiado, solo hay una pequeña escena que alcanza para sentir vergüenza ajena. De manera que todo está alineado, la ficción dentro de la ficción es tan horrenda una como la otra.