Hollywood cabe en un cameo.
No es novedad que los grandes estudios apuestan a lo seguro con muchos reboots y demasiadas secuelas en esta época de pocas ideas dentro del cine comercial. Por ende no es extraño que algunos formatos televisivos se crucen a la vereda cinematográfica y le ahorren algunos dólares a los estudios, evitando contratar a alguien que se siente a pensar algo nuevo.
Como consecuencia coyuntural de esto, hoy llega Entourage (2015), una película basada en la serie televisiva de HBO que culminó en 2011 tras 8 temporadas. La serie se centraba en Vince Chase, una estrella en busca de fama en Hollywood, así como en las curvas y contracurvas de un delicado ecosistema compuesto mayormente por representantes turbios, ostentación del orden material más elevado, drogas accesibles y mujeres aún más accesibles. El largometraje funciona como una extensión de la serie, de la forma más básica imaginable. Tenemos la sensación de estar frente a un episodio de treinta minutos que fue estirado hasta los 104 actuales a fuerza de puros cameos.
El meollo de la cuestión es que Vince (Adrian Grenier) ahora es uno de los actores más solicitados de la industria y aprovecha el momento para dirigir y protagonizar su nueva película. Ari Gold (Jeremy Piven) es el hombre al mando del estudio detrás de la producción y quien fuese también su representante en sus inicios. Vince y Ari se pondrán el proyecto al hombro para defenderlo de inversionistas malintencionados, ejecutivos inescrupulosos y otros personajes prototípicos de la industria. Johnny (Kevin Dillon), Turtle (Jerry Ferrara) y Eric (Kevin Connolly), al igual que en la serie, serán parte de la “mesa chica” de Vincent y siempre estarán para darle una mano o complicar aún más la cuestión.
El director Doug Ellin (también creador y director de la serie original) no encontró aparentemente otra forma para rellenar la trama simplona y televisiva que no fuese colocando -literalmente- alguna celebridad en cada escena, en especial para hacer chistes internos sobre la industria o la localidad californiana meca del cine norteamericano. Ese mecanismo, que intenta ser un guiño simpático, se torna bastante tedioso conforme avanza el film, logrando que todas las apariciones especiales no hagan otra cosa más que demorar la resolución del conflicto.
Que no se malinterprete, disfrutamos las breves apariciones en pantalla de Kelsey Grammer, Ronda Rousey o Emily Ratajkowski (entre muchísimos otros) tanto como cualquiera. Pero el gag se agota muy rápido. Sumado a una historia con personajes bidimensionales y un guión que no pone a nadie a prueba, el film sólo puede ofrecer un final tan de manual como podrán imaginar. Esto no quita que los fans de la serie disfruten un poco más la aventura en pantalla grande de estos personajes televisivos, pero la susodicha no aporta nada novedoso ni expande de forma considerable el universo ficcional en comparación con lo ya expuesto durante ocho temporadas en la pantalla chica.