Probablemente “Entourage: La película” sea de las pocas series cuya versión cinematográfica se estrena con escaso tiempo de diferencia luego de su salida del aire. “Sex and the city” sería otro ejemplo. Hay una razón fuerte para que esto ocurra: las temporadas de éste producto televisivo han sido exitosas (duró 8 años al aire) pero estarán lejos de ser un clásico. Es más, esta es la creación de Doug Ellin y cuenta la historia de un actor y su séquito (de ahí el título) que lo sigue por todo Hollywood viviendo la vida loca entre sets de filmación, proyectos nuevos, alcohol, drogas y minas en “tarlipes".
Hay tantos gags referenciales a la industria y la farándula que habría que ser coleccionista de la versión californiana de la revista Paparazzi para pescar los chistes que, encima, van a velocidad de ametralladora. A esto hay que agregarle un guión pensado para los fans de acuerdo a la cantidad de diálogos que evidentemente se relacionan con uno o varios capítulos.
Por suerte hay también cierta piedad para los que nunca supieron de la existencia de la serie, y si bien los personajes son presentados con brocha gorda, la historia y quién es quién se entiende.
El fuerte que sostiene toda esta propuesta (así en la tele como en el cine) es Vincent Chase (Adrian Grenier), un actor de secuelas tipo súper héroes que además de exitoso y fachero es pedante, egocéntrico y cancherito. Ahora se le ocurrió dirigir una mega producción para desmedro de la salud de su representante Ari Gold (Jeremy Piven, lejos lo mejor de “Entourage: La película”)
La impronta remite a una mezcla entre “Spring Breakers” (Harmony Korine, 2012) por las festicholas, y ”El nombre del juego” (Barry Sonnenfeld, 1995) por lo autoreferencial de la industria. Eso es lo que hay: mucho yate, lujos, culos para los espectadores, abdominales para las espectadoras, y la certeza de que todo va a salir tan bien como se anuncia en el comienzo.
¿Aclara, cierra o aporta algo que quedó pendiente de lo visto en la tele? No. ¿Era necesaria entonces? Depende si la pregunta está dirigida al sentido común o al bolsillo del productor. Los que vieron la serie podrán ir tranquilos entonces.