Denso planteo sobre la ortodoxia cuando atenta contra las relaciones humanas
Relatos de amor se pueden contar por centenares en la historia de la cinematografía mundial. Los encuentros y desencuentros de las parejas fueron retratados desde todos los ángulos posibles, con finales felices, otros más realistas, y algunos pocos que dejan un sabor amargo en los sentidos del espectador.
El director de esta película, Miya Hatav, diseñó un melodrama con un condimento potente y controversial para que la pareja no pueda estar junta, que es el tema religioso.
Realizada en la ciudad de Jerusalén en la actualidad, Yoel es herido en un atentado, lo operan en un hospital y permanece en coma. Esta situación, bastante habitual en esa región, no tendría nada de sorprendente sino es por el hecho de que el muchacho está peleado y alejado de sus padres religiosos, sólo se lleva bien con su hermana Esti (Verónica Nicole). Tan mala es la relación que sus progenitores ni siquiera saben dónde vive y que se cambió el nombre para que no lo encuentren.
Su madre, Bina (Maya Gasner), permanece al lado de su hijo todo el día esperando que se recupere, y entabla una relación con una chica llamada Amal (María Zreik). Por otra parte, el padre, Meir (Yoram Toledano), vuelca todas sus esperanzas en la ayuda de un rabino para que lo guíe con ciertas rutinas que tiene que practicar.
Gran parte del film se desarrolla dentro del nosocomio, que tiene todas las comodidades y sofisticación necesarias, pero igualmente se siente la angustia que transmiten los personajes en cada escena.
La narración evoluciona al igual que la relación de las dos mujeres. Las capas de la información que oculta la joven se van develando poco a poco, dejando consciente o inconscientemente pistas para que Bina la descubra y sepa toda la verdad.
El conflicto no tardará en estallar cuando se revele el secreto inconfesable, que la chica en cuestión es la novia de su hijo, y lo más grave es su origen, algo totalmente imperdonable e inaceptable para un judío religioso.
Dentro de ellos estará la sabiduría para dejar pasar por alto este obstáculo y pensar en la recuperación de su hijo, o si la obstinación y la terquedad predominará.
Con esta diatriba entre ambos bandos se basa la realización, porque lo verdaderamente importante termina siendo el tema religioso de los dos mundos, que es la manera más ridícula y absurda de separar a las personas cuando se supone que, a lo largo de los siglos, los seres humanos se van necesitando unos a otros cada vez más para mejorar y evolucionar en conjunto, las reglas que tienen las creencias religiosas, en la mayoría de las ocasiones anticuadas para estas épocas, lo único que logra es alejar a la gente de manera inapelable.