“Entre dos mundos” (“Bein Haolamot”) es el segundo film israelí que se estrena en la cartelera argentina en el último mes. Como toda película proveniente de Oriente Medio, podemos encontrarnos con historias marcadas por la cultura propia del país y de las distintas costumbres de cada territorio en particular. Esta cinta en particular es un drama familiar y religioso que, a pesar de tratar temas tanto pesados como actuales, tiene un buen desempeño en pantalla y un resultado bastante sobrio.
La ópera prima de la joven guionista y directora Miya Hatav propone un choque de “mundos”, tal como adelanta el título, entre el mundo religioso y el laico, el judío y el árabe, y el de la familia (haciendo hincapié en la relación padre-hijo, esposo-esposa).
Luego de un atentado terrorista, Bina, una mujer religiosa de Jerusalem, se reencontrará en una sala de hospital con su hijo Oliel de 25 años, quien ha sido seriamente herido en un ataque terrorista. Se habían distanciado y al principio no sabremos el porqué, que iremos dilucidando con el transcurrir del metraje. Allí mismo, en el hospital, Bina conocerá a Amal, una joven que aparentemente cuida a otro interno y con quien entablará una relación basada en fortalecerse mutuamente mientras esperan que sus seres queridos mejoren. Sin embargo, Amal parece esconder algo que cambiará la vida de Bina y su familia.
La cinta es un relato pequeño pero con mucha sensibilidad y que no tiene miedo a exponer la crítica social con la que fue pensada y concebida. En general, el cine israelí suele servir de plataforma para que sus realizadores exterioricen los problemas que tienen como ciudadanos, y esta película logra llevar a cabo su intranquilidad.
“Entre dos mundos” es un film de bajo presupuesto que en pocas locaciones y con escasos recursos logra construir un relato que se apoya en la buena labor de sus intérpretes. La mirada de Miya es muy personal y consigue mostrar en profundidad la tensión entre las costumbres religiosas y el punto de vista laico del “joven” contemporáneo.
A medida que se va desarrollando el relato podemos ver cómo se van dando ciertas situaciones donde aumentan las tensiones, las contradicciones y algunas dudas por parte de los personajes. Y es que en definitiva, los seres humanos somos seres complejos cargados de subjetividad y costumbres que transforman nuestra vida diaria y nuestra percepción de las cosas. Es así como los personajes irán viendo que no todo es blanco y negro (algunos, no todos), sino que hay grises en el medio.
“Entre dos mundos” es un drama simple en su confección, pero complejo por la temática desarrollada, que a fuerza de buenas actuaciones nos muestra una mirada desconsoladora sobre la eterna discrepancia entre el mundo religioso y el secular. Interesante y atípica propuesta que nos ofrece la cartelera.
Puntaje: 3/5