El eterno conflicto entre árabes e israelíes está lejos de terminar, y el cine no permanece ajeno al mismo. Entre Dos Mundos es una propuesta que se vale de dicho conflicto como punto de partida de un debate igual de intenso: ¿Qué ocurre cuando dos personas en veredas opuestas de esta cuestión encuentran el amor?
Entre la tradición y el odio:
Un atentado terrorista deja a un joven en estado de coma. Amal, su novia, va a visitarlo al hospital, solo paracritica entre dos mundos encontrarse con la familia de él, a la cual no ve desde hace años y desconocen la relación que la une a su hijo. El hecho de que ellos sean judíos ortodoxos y ella de origen árabe no ayuda mucho a la situación. No obstante, Amal, haciéndose pasar por la pariente de otro paciente en coma, tratará de ganarse su confianza.
El guion de Entre Dos Mundos es de una gran promesa dramática. Es una historia donde hay muchos valores en conflicto, principalmente en la elección entre el amor y la tradición. Tenemos, por un lado, el lazo que se construye entre Amal y la madre de su amado, y por el otro, la pesquisa de su padre por tratar de buscar una explicación racional sobre lo que le ha ocurrido a su hijo. De esta manera, la película cuestiona los límites de la tradición religiosa, arriesgándose a ilustrar que, si no se mide, es una fidelidad que puede cegarnos de nuestra más esencial humanidad.
Un elemento a destacar es que la película desarrolla esta premisa mayoritariamente a través de acciones. Toda la información y los giros narrativos nacen de las imágenes. El espectador casi siempre tiene que hacer dos y dos, y durante una gran parte del trayecto la película sobresale gracias a esto.
Infortunadamente, llegando el final, todos estos logros se dan contra una pared gracias a un final anticlimático, dando la sensación de que a la película le faltara un tercer acto, una resolución satisfactoria, sea a favor o en contra de la protagonista. Es uno de esos finales que dejan preguntas y no en el buen sentido.
Por el costado técnico, los encuadres están compuestos con mucha habilidad, y sin importar lo que pase en el fondo, la cara de los intérpretes ocupa un lugar de privilegio en la puesta en escena que propone la dirección. Esta última está alineada con una prolija y no pocas veces intensa labor del plantel de actores, en donde todos gozan de una descomunal expresividad que les permite decir mil palabras con solo una mirada.
Conclusión:
Entre Dos Mundos es una propuesta que goza de una hábil puesta técnica y una sobresaliente labor actoral, pero la carencia de resolución es lo que impide que la película se luzca. Un verdadero inconveniente tomando en consideración la enorme sutileza y pulso con la que venían contando su historia. No obstante, la manera en la que la tradición religiosa es retratada será motivo de no pocos debates.