Un proyecto de Mel Gibson que paso por muchos problemas, que se estrena con el nombre de un director inventado y que posee muchos altibajos. La película está basada en el libro de Simón Winchester, que cuenta la historia de James Murray, el hombre que le dio vida al “Oxford English Diccionary”. Gibson sumó como director en su opera prima a Farhad Safinia (Que le escribió y produjo “Apocalypto”) y cuando comenzaron los conflictos para poder filmar más de lo previsto, con peleas y juicios, el nombre del director voló y el film se estreno con un responsable de fantasía PB Sherman. Pero al margen de las dificultades en el proceso de filmación, la película en si tiene varios problemas. Lo que más suspicacias despertaba, el porqué Gibson se metía en este proyecto, le permitió demostrar que puede ser medido y muy correcto en su composición. De lo mejor de esta producción. Es que se trata de una de esas películas donde se supone que hay una gran oportunidad para los actores. La elección de Sean Penn para encarnar a un loco abrió las puertas del desatino; Librado a su propio criterio su desempeño es exagerado, de supuesta demostración de capacidades que desbarranca en todo momento. Nadie lo limitó, dirigió, acompañó. La historia del hombre autodidacta que afronta una tarea titánica, y la del loco asesino que lo ayuda desbordadamente, no llega a buen puerto. Los personajes femeninos están desdibujados. Y se le agrega un romance inverosímil apenas sugerido por el autor del libro, que tampoco convence.