Por algún motivo no hay muchas películas sobre la confección de un diccionario. Y el motivo queda totalmente claro viendo esta soporífera “Entre la razón y la locura”: una película sobre la gente que emprende esa tarea puede ser muy aburrida. Eso aun cuando, en este caso particular, la historia incluye el detalle curioso y dramático de que un colaborador de ese diccionario es un paciente psiquiátrico.
Estamos ante un caso verídico adaptado, entre otros, por el venerable John Boorman. Mel Gibson interpreta al encargado de confeccionar el Diccionario Oxford del idioma inglés, tarea ciclópea para la que ensaya una curiosa estrategia; pedirles a voluntarios que envíen entradas con vocablos a analizar e incluir en el diccionario. Y uno de los mayores colaboradores es un ex soldado internado en un manicomio. Más allá de las palabras del diccionario, este es un film demasiado dialogado en el que, como mucho, hay dos o tres escenas de auténtica intensidad dramática. El ritmo es apocado y, desde luego, lo único más o menos rescatable son las actuaciones de Mel Gibson y de Sean Penn, respectivamente el profesor y el demente referidos en el titulo original.