Demasiadas palabras
La historia de la confección del primer diccionario de lengua inglesa deambula entre lo convencional y lo tedioso, porque las actuaciones de Mel Gibson y Sean Penn no salvan al film de un relato demasiado convencional y excesivamente dialogado.
Estamos en la Inglaterra del siglo XIX, con una primacía imperial en el resto del mundo, tanto económica como a nivel lenguaje. La realización del Diccionario Oxford de la Lengua Inglesa en tiempos en que los documentos valían más que los hechos no era ilógico. Lo ilógico es que para hacerlo se convoque en 1857 al Profesor James Murray (Mel Gibson) que ni siquiera tenía título de doctor en aquel entonces. Bajo su supervisión Murray entiende que necesita trabajar con un equipo para llevar adelante el titánico emprendimiento y descubre al Doctor W.C. Minor (Sean Penn) como su mejor colaborador, un veterano de la Guerra Civil de Estados Unidos preso por asesinato en un asilo para criminales dementes.
Resulta novedosa la participación de actores de la talla de Mel Gibson y Sean Penn en este tipo de historias. Sus carreras siempre estuvieron ligadas a personajes de mayor despliegue físico que a su verborragia discursiva. Sin embargo Gibson, también productor y quien llevó adelante el proyecto (iba a dirigir la película hasta que se la encomendó a Farhad Safinia, guionista de Apocalypto), no desentona del todo articulando gestualidad con sus ojos y boca en cada discurso que le toca pronunciar. Lo de Penn es diferente, es el loco perdido del título, y sus ademanes terminan siendo tan exagerados para la película que invalidan hasta su enorme talento. La amistad que debían construir en el film se siente extraña y forzada.
En este cuento el conflicto son los protocolos de la época, siempre conservadores y regresivos que se vuelven los grandes problemas de los protagonistas para avanzar con el trabajo académico encomendado. Aparece un villano de telenovela que desaprueba la labor del profesor, y un médico sádico que somete a pruebas mentales al convicto. Casi sin proponérselo la película afirma que caer por aquellos años en una institución mental inglesa era tan peligroso como caer en manos del nazismo.
Basada en la novela escrita por Simon Winchester, Entre la razón y la locura (The Professor and the Madman, 2018) parece un clásico film británico: una narración clásica y lineal, acento en el melodrama y la reconstrucción histórica y hablada hasta por los codos. Un formato casi televisivo anclado en el discurso para hacer avanzar la historia. El resultado es un film que aburre y se hace tan interminable para el espectador como para los personajes la elaboración del diccionario.