“La locura y la genialidad se unen”
Una cuestión tan interesante como la historia que cuenta esta película es la manera en que este proyecto llegó a ver la luz. “Entre la razón y la locura” está basada en la novela de Simon Winchester, El Cirujano de Crowthorne, escrita en 1998, de la cual Mel Gibson obtuvo los derechos pero se tomó más de 20 años en realizar hasta que Farhad Safinia -colaborador de él en “Apocalypto”- ocupó el puesto de director.
Como dijimos anteriormente, la cinta logra ser muy interesante aunque trate de un tópico poco usual: la creación del primer diccionario de la lengua inglesa. Para esta tarea, la Universidad de Oxford convoca al investigador escocés James Murray (Mel Gibson), quien tiene la idea de pedirle a varios voluntarios que les envíen cartas con palabras y acepciones, incluso oraciones de ejemplo, para rastrear todas las posibles. La difícil misión comienza a complicarse hasta que Murray recibe los aportes de William Minor (Sean Penn), un cirujano estadounidense veterano de guerra que se encuentra confinado en un centro psiquiátrico británico tras cometer un crimen producto de sus alucinaciones.
A la trama central de la confección del direccionario se le suma una historia paralela, que se centra en la degradación mental de Minor y su relación con las víctimas de su crimen. Los recursos narrativos que presenta parecen ajenos a esta época, similares a los de cintas de final de los ´90 como “Shakespeare enamorado”: algunos hechos poco verosímiles y personajes “demasiado” malvados que sólo sirven como obstáculo. En el campo de lo técnico, la película opta por planos cortos y primeros planos, un buen recurso para ilustrar el encierro que sufren los personajes (algunos por sus trabajos, otros por su locura), con una música que acompaña adecuadamente.
Gibson y Penn llevan a cabo una buena tarea en el duelo actoral, teniendo en el australiano una actuación más clara y medida que en la de su compañero, que opta por la sobreactuación una técnica para componer su personaje. Cabe mencionar el trabajo de Natalie Dormer, que transmite los sentimientos con eficacia a pesar de lo chato de varios diálogos
En resumen, una película que podría haber sido planteada de otra manera, teniendo en cuenta la importancia que se le ha dado al lenguaje en los últimos años, pero que no decepciona a través de dos actores de gran importancia y una historia real atractiva.
Puntación: 6,5
Por Federico Perez Vecchio