¿Por qué este es el último baile de los Guardianes? Aunque desde el inicio las películas del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) fueron ampliamente criticadas por su «fabricación en serie», había algunos directores que eran capaces de dejar su marca. En el último tiempo estas críticas -sumadas a una serie de inversiones económicas fallidas- se profundizaron, y en este momento complicado del UCM parecería que James Gunn, uno de esos cineastas con «sello propio» dentro de la maquinaria, logró traer algo refrescante y con un halo de esperanza para los fanáticos con esta tercera entrega de sus Guardianes de la Galaxia. En el volumen 3, la entrañable banda se instala en Knowhere. Con un Peter Quill (Pratt) aún shockeado por la pérdida de Gamora y una ciudad en construcción, la película inicia con una larga secuencia musicalizada por Creep, el clásico de Radiohead, y rápidamente se centra en quién será el protagonista de esta historia: Rocket. La irrupción y el ataque de un poderoso intruso tendrá consecuencias que nos llevarán a conocer mucho más acerca del pasado y origen del mapache. Así, Quill deberá reunir al equipo en una peligrosa misión para salvar la vida del animal transgénico, una misión que, si no se completa con éxito, podría muy posiblemente conducir al final de los Guardianes. En medio de esto, Gunn le da rienda suelta a su particular locura y estilo; por momentos estamos en una space opera de acción aventuras, luego en un drama lacrimógeno, una cinta de terror y hasta un sketch de Los Tres Chiflados. El director mantiene su humor característico y dota a la película de una nutrida e impecable banda sonora, otra marca registrada de «Los Guardianes» y su walkman de clasicazos, con canciones de los Beastie Boys, Bruce Springsteen, The Replacements, Alice Cooper y Flaming Lips, entre otros. En el reparto, que además de Pratt incluye a Zoe Saldana como Gamora, Dave Bautista como Drax el Destructor, Karen Gillan como Nebula, Pom Klementieff como Mantis -Vin Diesel aporta su voz para Groot y nos da una sorpresita-, debemos destacar la labor de Bradley Cooper para dotar de voz a Rocket y conseguir que nos conmueva. Chukwudi Iwuji también hace un interesante e histriónico trabajo como el Alto Evolucionador y quizás el personaje incluido de la manera más forzada es el Adam Warlock de Will Poulter, ya que en varias oportunidades se siente que no termina de encajar. Aunque esta tercera entrega, que precede al Volumen 1 (2014) y al Volumen 2 (2017), se erige como una suerte de despedida, un «último baile», sabemos que no será de Star-lord porque tendrá su propia cinta. Sin embargo, no sería raro que volvamos a ver al grupo reunirse, ya sea en un Volumen 4 o apareciendo en otro eslabón del UCM. Importante: como es habitual, al final del film hay dos escenas post-créditos, no se las pierdan. Puntuación: 7/10 Por Federico Perez Vecchio
Tumultuosa e íntima Belfast Belfast es la nueva película de Kenneth Branagh, reconocidísimo actor, director y guionista norirlandés que ha realizado muchas adaptaciones shakesperianas en el cine y apareció en películas como Mi semana con Marilyn, Harry Potter y la Cámara Secreta, Asesinato en el Expreso Oriente y Tenet, entre muchas otras. A sus 61 años, uno de los artistas más respetados de su país decidió hacer lo que él llamó «su película más íntima» para retratar «su» Irlanda del Norte de finales de los ’60, un período de conflictos religiosos, sociales y políticos entre protestantes y católicos conocido como “The troubles”, que seguiría 30 años más. Rodada con un exquisito blanco y negro, de impecable fotografía, acompañada de un montaje muy dinámico, Branagh nos relata esos años de su infancia a través de los ojos de un niño de 9 años: «Buddy», su álter ego, interpretado magistralmente por Jude Hill. Ante los cambios caóticos y tumultuosos que rodean su niñez, el pequeño encuentra refugio en un amor puro por el cine, su familia -especialmente con su madre y sus abuelos- y la escuela -el estudio y la chica que le gusta, que van de la mano-. Brannagh comienza el film con imágenes a color de la ciudad y, poco a poco, nos hace trepar un muro donde todo se vuelve blanco y negro. Ésta no será la última vez que nuestros ojos vean el color. Allí, en una escena muy potente, vemos niños jugando, gente entrando y saliendo de sus casa y locales y una vecindad ensamblada; repentinamente interrumpida por manifestantes que arrojan explosivos, saquean, destruyen casas y queman automóviles. El director -también guionista y productor- decide no hablar abiertamente de terrorismo y política, pero si mantiene una ácida crítica contra la Iglesia y el odio interreligioso, con mucha ironía. En sí misma, la cinta también es un homenaje a la familia, a la comunidad, y aquí destacan personajes muy pintorescos y magistralmente interpretados: la madre (Caitriona Balfe), el abuelo (Ciaran Hinds) y la abuela (Judi Dench). Personalmente, las escenas donde el niño interactúa con los ancianos son mis favoritas del film, llenas de complicidad y ternura. Belfast y sus comparaciones con Roma Varias personas han considerado que la nueva película de Branagh mantiene similitudes con Roma, de Alfonso Cuarón. El blanco y negro, el regreso «semiautobiográfico» a la niñez y la época marcada por violentos conflictos socio-políticos, son algunos elementos que comparten. Sin embargo, el tono y los despliegues técnicos, la «inocencia» subjetiva de la infancia y la predominancia del humor negro ante la miseria y la tragedia se alejan de la obra del mexicano. Branagh va por un camino más convencional y sentimental, sin la intención de dar respuestas a las situaciones y discusiones que plantea. Escéptico y con el humor como bandera, transita una cinta muy humana, algo edulcorada y muy agradable de ver y escuchar, ya que la banda sonora corre a cargo de Van Morrison, músico nativo de esta ciudad, que aquí incluye 8 canciones clásicas y una nueva, Down to Joy, que escribió para la película. Puntaje: 7,5/10 Por Federico Perez Vecchio
Una película hecha por la familia y amigos Licorice Pizza es la nueva película de Paul Thomas Anderson, el talentoso director que nos ha dado obras como Boggie Nights, Magnolia, There Will Be Blood y The Master, entre otras. A lo largo de sus nueve largometrajes, el cineasta ha trabajado con guiones prácticamente originales -a excepción de There Will Be Blood e Inherent Vice, donde adaptó las novelas Upton Sinclair y Thomas Pynchon, respectivamente- y en esta ocasión se basó en experiencias propias y en las de su amigo Gary Goetzman. Lo último de Anderson (a partir de ahora PTA) es una coming of age (género que se centra en el crecimiento psicológico y moral de los protagonistas, por lo general, desde la juventud) alejada de los estereotipos de la comedia romántica, y sigue la historia de amor y desamor de Gary Valentine y Alana Kane, enmarcada en el Valle de San Fernando en los Ángeles, California. Él es un actor infantil quinceañero, muy inteligente y con habilidad para los negocios, y ella una joven diez años mayor que él que parece sorprenderse del «mundo» e intenta madurar. Y aquí hacemos un paréntesis, porque parte de la frescura que vitaliza esta oda a la nostalgia y juventud setentosa se basa en la acertada apuesta de darle el protagonismo a dos actores debutantes: Alana es encarnada por Alana Haim, integrante de la banda Haim, de la cual PTA ha realizado varios videoclips, y Gary, por Cooper Hoffman, hijo del fallecido -y me pongo de pie para aplaudir- Philip Seymour Hoffman, actor fetiche del director. De hecho, las hermanas de Alana, Este y Danielle, quien además forman el mencionado grupo musical, y sus padres también aparecen en la película. En otro orden, realizan cameos la propia esposa de Anderson, Maya Rudolph, los hijos que la pareja tiene en común y amigos de los mismos, John C. Reilly, otro de sus colaboradores habituales, y la banda sonora está cargo de Jonny Greenwood, multinstrumentalista integrante de Radiohead, otro artista que mucho ha trabajado con PTA. La misma también incluye canciones de la época de artistas como David Bowie y Paul McCartney, elección simplemente fantástica para ser el telón de fondo de la acción y retrato de los personajes. Licorice Pizza podría ser la típica historia de «chico conoce a chica», y viceversa, un argumento obviamente ya visto, pero en este film importa mucho más el cómo que el qué. A lo largo de las aventuras de Gary y Alana veremos apariciones de importantes figuras. Cada una de esas escenas podría ser un corto en sí mismo, por su bestial potencial, y donde aparecen personajes basados en personas de la vida real, ya sea que se mencionen con su verdadero nombre o uno similar. Así es como vemos desfilar a Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper, Ben Safdie y más, en momentos donde la película parece querer ir por otro camino, pero se contiene y se vuelve a encausar en esa historia de «amor platónico». Con una ambientación de época y estética alucinante, PTA nos brinda esos planos secuencia tan característicos, y un montaje tan bien aceitado, en su afán de retratar esos ’70 angelinos. Algo que nos recuerda a lo hecho por Quentin Tarantino en Once Upon a Time in Hollywood (2019), de finales de los ’60; ya que ambos desperdigan referencias cinéfilas y musicales por doquier y apuntan a la industria cinematográfica de cada respectivo tiempo histórico. Anderson había hecho algo similar en Boogie Nights e Inherent Vice. Sin dudas una de las mejores películas de 2021, un portal para trasladarse a otro tiempo, dejarse llevar por un carrusel de sensaciones y saborear un cine hecho con mimo, entre amigos y familia. Gracias PTA. Puntaje: 10/10 Por Federico Perez Vecchio
Alegato medieval anti-machista En 1977, el icónico cineasta británico Ridley Scott, autor de Alien (1979), Blade Runner (1982) y Gladiador (2000), entre otras, debutó en la gran pantalla con su ópera prima Los Duelistas (1977). Protagonizada por Harvey Keitel y Keith Carradine, se basó en la novela de Joseph Conrad -que se inspira en hechos reales de la Francia napoleónica- y cuenta sobre la rivalidad y el capricho entre dos hombres por su honor. Ahora, en El Último Duelo, su trabajo más reciente y basado en el libro de Eric Jager, esa crónica resulta fundamental para realizar una revisión histórica de una época aún más anterior, la Francia del Siglo XIV, y reposicionar a los caballeros medievales de ese entonces en clave de los tiempos que corren. El guion a cargo de Matt Damon, Ben Affleck (esa dupla que conquistó Hollywood al coescribir Good Will Hunting y que aquí también forma parte del elenco) y Nicole Holofcener reconstruye la historia de una manera similar a la Rashomon (1950), de Akira Kurosowa. La película comienza en el año 1386, a punto de que tenga lugar el último duelo a muerte de origen judicial en el mencionado país, con Jean de Carrouges (Damon) y Jacques Le Gris (Adam Driver) como protagonistas. A partir de allí iremos para atrás en el tiempo para entender cómo es que hemos llegado a esta situación, con tres versiones de los mismos hechos prolijamente divididos en capítulos: la historia según Carrouges, Le Gris, y la esposa del primero, Margueritte (interpretada por una sensacional Jodie Comer). En El Último Duelo, la verdad, y la vida de los protagonistas, es la que está en juego. Y aunque esta película épica cuente con escenas de acción totalmente remarcables -a sus 83 años, Scott filma como nadie lo hace- se acerca más a un melodrama cortesano que posa su atención en las relaciones económicas y de poder de la época. En búsqueda de modernizar lo que se está contando, abundan anacronismos en los diálogos de los personajes que distraen un poco la atención de manera negativa, y no permite que la obra termine de tomarse en serio. De todas formas no es nada comparado con los “raros peinados nuevos” de Damon y Affleck, y ni hablar de la interpretación como noble de este último. Dentro del elenco, destacan la versatilidad y la convicción de Driver y la expresividad de Comer, que domina el último tramo de la narración. Una vez más, Scott ha vuelto a demostrar que no importa la ambientación y la época en la que se desarrollen sus películas, siempre nos sorprenderá con su estilo visual altamente concentrado y totalmente protagonista. Un film para adultos que invita a reflexionar sobre las miserias del pasado, que a veces cambia sus formas y mantiene su contenido, y a veces ni siquiera eso. Puntaje: 7/10 Por Federico Perez Vecchio
Yo no vi una película Un éxito crítico y comercial, Los Soprano (1999-2007) continúa siendo una de las series más exitosas en la historia de la televisión y frecuentemente es señalada como una de las mejores series de todos los tiempo. En 2017, diez años después del final de la misma, David Chase, creador del show, al abordar si continuaría con la historia confirmó que estaba interesado en realizar una precuela, que finalmente tomó forma a través de un guion escrito por él y Lawrence Konner. Los Santos de la Mafia cuenta los inicios del personaje de Tony Soprano, interpretado por William Ludwig en su niñez y por Michael Gandolfini en su adolescencia, hijo del gran James Gandolfini (fallecido en 2013). Sin embargo, Tony no es el protagonista de la cinta sino hasta la primera mitad, ya que el personaje de su tío, Christopher Moltinsanti (Alessandro Nivola), su mentor, gana varios minutos en pantalla. La historia se enmarca a finales de la década de los ’60, principios de los ’70, y abre una subtrama de pandillas de afroamericanos que se quieren independizar de los italoamericanos. Algo que en la serie no existía pero, que a pesar de no ser descabellado, parece obedecer a un tópico de los tiempos que corren y distraer más de la cuenta. A su vez, se van mostrando varios personajes que poco se aprovechan y al igual que varios elementos de la película, parecen quedar cortos en sus dos horas de duración. La reconstrucción de época y la elección de la banda sonora con clásicos de ese momento destacan junto al fluido trabajo de los actores, donde a pesar de que varios cuentan con poco tiempo (Vera Farmiga como la aterradora Livia merece un spin-off a parte), se ven convencidos de llevar adelante esta pequeña historia dentro del gran universo de Los Soprano. En definitiva, Taylor (quien dirigió 9 episodios de la serie madre, además de films como Terminator Génesis o Thor: Un mundo oscuro) y Chase consiguen un irregular pero entretenido producto que funciona más como un piloto que da paso a una nueva serie o saga de películas de esta familia de la mafia que como una cinta del género por sí misma. Yo no vi una película, vi un largo capítulo. Por Federico Perez Vecchio Puntaje: 6,5
Un Ritchie distinto “Wrath of Man”, Justicia Implacable según la tradujeron aquí -sí, a mí también me recuerda a alguna que otra con Liam Neeson y Denzel Washington-, es la nueva obra del cineasta británico Guy Ritchie, quien toma un concepto relativamente trillado como es el de la venganza y justicia por mano propia pero a través de varias vueltas de tuerca lo convierte en un gran thriller de acción, muy superior a la media. Esta supone la cuarta colaboración entre el director y el actor Jason Statham, quienes ya habían trabajado en “Lock, Stock and two smoking barrels” (1998), “Snatch: cerdos y diamantes” (2000) y Revolver (2005). A diferencia de las anteriores, “Wrath of Man” tiene una narración seca, una acción más directa que no da lugar a la comedia y no le interesa el desarrollo de personajes. En esta obra Ritchie se despoja, o más bien se contiene de ejecutar su grandilocuencia visual e hiperestetizar cada escena, porque sabe lo que tiene para ofrecer (¡Y vaya que lo cumple!). La cinta está basada en la película francesa “Asalto al camión del dinero” (Le convoyeur, 2004), de Nicolas Boukhrief. Esta historia es el punto de partida de este film que fue rodado en Los Ángeles, cuyo atraco es narrado desde varios puntos de vista que no sólo hacen que los ojos no se puedan despegar de la pantalla, sino que limita que el espectador vea los giros del guion tan rápidamente. Más allá del robo, seguimos la historia de H (Statham) un hombre que se incorpora como guardia de seguridad en una compañía de camiones de caudales. Durante un intento de asalto, sorprende a sus compañeros mostrando habilidades propias de un soldado profesional, que deja a todo el mundo dudando si realmente es el hombre que dice ser. Además de Statham, quien hace lo que mejor sabe hacer -un tipo duro con cara de pocos amigos que no se detiene ante nada- dentro del reparto, sorprende un odiable Scott Eastwood y Holt McCallany, a quien recordamos como el detective Bill Tench de “Mindhunter”. En definitiva, la nueva película de Ritchie se beneficia de la experiencia de su director con una propuesta estética de mucho brillo para ser una película de acción sólida, dura y pura que entretiene más allá de lo acartonado que puedan resultar algunas situaciones. Puntaje: 7/10 Por Federico Perez Vecchio
Lo que pudo ser… Lisa Joy saltó a la fama por ser la cocreadora y productora ejecutiva de la serie “Westworld”, junto a su esposo Jonathan Nolan (hermano de Christopher), y también por haber escrito “Pushing Daisies” y “Burn Notice”. Por esta razón, era muy esperado su debut en la pantalla grande, más aún cuando se conoció que Hugh Jackman y Rebecca Ferguson estarían a sus órdenes. “Reminiscencia” nos presenta la historia de Nick Bannister (Jackman), un investigador privado que ayuda a sus clientes a recuperar recuerdos perdidos, internándose en el oscuro pero seductor mundo del pasado. Un día, aparece una nueva clienta (Ferguson, en modo femme fatale) que acude con un pedido sencillo y poco a poco se convierte en una obsesión -quizás exagerada- de nuestro protagonista. Todo esto enmarcado en un futuro apocalíptico, donde el nivel del mar ha subido y la ciudad de Miami se encuentra en gran parte sumergida. A nivel superficial tiene todo lo necesario para ser una buena película de cine negro en un entorno de ciencia ficción; de hecho varios de sus elementos nos recuerdan a títulos como “Blade Runner” y “Minority Report”. Una estética relativamente cuidada, lucha social y de clase relacionada a la distopía, traiciones y conspiración subyacen bajo un relato que abarca mucho pero parece quedar en la nada. Si bien cuenta con una interesante puesta en escena y la idea -aunque en algún momento pensemos que ya la hemos visto- es buena, el guión se mueve en un terreno pantanoso con varias lagunas, efectismo y escenas demasiado sobre-explicadas, principalmente debido a unos diálogos poco orquestados y muy estereotipados. No obstante, la solvencia de las actuaciones mantienen a flote la acción. Pese a los excesos, la densidad y un ritmo que parece por momentos no llevar a ningún lado, la ópera prima de Joy podrá hacer pasar un buen momento a aquellos fanáticos de las historias distópicas de ciencia ficción, y de un tipo de cine neo-noir reciclado con destellos de -una explícita- tragedia griega. Hubiera sido más interesante, tal vez, una miniserie que permitiera ahondar en varios conceptos y no dejarlos al margen sin sumar, como meros ornamentos. Puntuación: 6/10 Por Federico Perez Vecchio
Polanski y el Caso Dreyfus “J’acusse”, basada en el Caso Dreyfus de 1894 (un hito de la historia política-militar francesa), se estrenó en 2019 en el Festival de Venecia, donde obtuvo el Gran Premio del Jurado. No paró de recibir premios a pesar de la fuerte controversia que desató, no por sí misma, sino por la situación personal de Roman Polanski y los escándalos por abuso sexual. El título de la película en su idioma original debe su nombre a una famosa carta abierta del escritor Émile Zola publicada en el periódico L’Aurore sobre la condena al oficial Alfred Dreyfus (un irreconocible Louis Garrel), uno de los pocos miembros judíos del ejército francés, quien tras un irregular juicio fue apresado en la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. El antisemitismo y los secretos de Estado estarán a la orden del día en el marco de la investigación del oficial Georges Picquart (Jean Dujardin de The Artist), que ve más allá de sus propios prejuicios para intentar mantener impoluta la reputación y el funcionamiento de las fuerzas armadas. Este tenso thriller político y espionaje está narrado con nervio, en un tono seco, directo y distante. Destaca por su precisa y envidiable reconstrucción de época y un reparto sólido, cuyos personajes no esbozan ni una pizca de emocionalidad. Dentro del elenco, cabe mencionar la labor de Dujardin, sobre quien recae este thriller histórico. Aquí, el cómico realiza una interpretación comedida, con emociones contenidas que apenas se atreven a agrietarse en las escenas junto a su interés romántico. En otra lectura, el último largometraje del director de “El bebé de Rosemary”, “Chinatown” y “El Pianista” también funciona como crítica directa a la prensa y la manipulación de la opinión pública, con condenas anticipadas que pueden enturbiar e influenciar un caso. Esta película marca la tercera vez que el guionista Robert Harris trabaja con Polanski, quienes ya lo habían hecho en “El escritor fantasma” y la frustrada “Pompeya”. Aquí recrean la historia de Dreyfus, que fue llevado a la pantalla en un puñado de oportunidades, como el prematuro corto de Georges Meliés L’affaire Dreyfus (1899), y cintas como La vida de Emilio Zola (1937), ¡Yo acuso! (1958) y Prisionero del honor (1991). Elaborada a conciencia y con precisión de relojero, Polanski hace la que quizás sea su mejor película desde “El Pianista”, y que destaca en la cotidianidad del cine contemporáneo, plagadas de producciones fabricadas a gran escala y con poca luz propia. Puntaje: 8,5/10 Por Federico Perez Vecchio
Casos de un pasado noventoso John Lee Hancock, reconocido por películas como El Novato (2002), The Blind Side: Un sueño posible (2009), El sueño de Walt (2013) y Hambre de Poder (2016), regresa detrás de la silla de dirección y como guionista con un enigmático thriller protagonizado por tres grandes actores: Denzel Washington, Rami Malek y Jared Leto, los tres ganadores de al menos un premio Oscar. La historia se centra en la investigación y búsqueda de un implacable asesino serial que azota a la ciudad de Los Ángeles, en una historia que nos recuerda a otras grandes películas del género, como El silencio de los inocentes (1991) y Pecados Capitales (1995), sin estar nunca a la altura de ninguna de las dos. En el caso, un veterano sheriff (interpretado por Washington) y un prometedor detective novato (Malek) deberán colaborador juntos para intentar detener al astuto criminal. El primero, demuestra una vez más su experiencia y solvencia en un personaje perseguido por oscuros traumas del pasado que volverán para entrelazarse con los problemas del presente. Por otro lado, el intérprete de Mr. Robot y Bohemian Rhapsody aborda su personaje de una manera particular, sin terminar de brillar en ningún momento. En el trío de protagonistas, es Jared Leto quien logra destacar con una interpretación que lo ha llevado a cambiar su voz, su aspecto físico y hasta sus gestos; se roba la escena cada vez que aparece -y de hecho fue reconocido con una nominación a los Globos de Oro-. Su escena cara a cara con Washington es sin dudas de los puntos más altos del film. A pesar de una pulcra puesta en escena y una cuidada reconstrucción de época, además de una detallada descripción de personajes, la propuesta no termina de superar su impacto inicial y pierde fuerza al tratar de ser más de una historia en una. Una película atrapante, pero que no sabe con certeza a qué puerto quiere llegar. Puntaje: 6/10 Por Federico Perez Vecchio
Una joven directora prometedora “Hermosa Venganza” (cuyo título original es Promising Youg Woman -Una Joven Prometedora, en español-) es la ópera prima de la actriz y guionista Emerald Fennell, reconocida por interpretar a Camilla Parker Bowles en la serie histórica “The Crown”, por haber aparecido en films como “Anna Karenina” y “La chica danesa” y por ser la showrunner de la segunda temporada de la serie “Killing Eve”, por la cual recibió dos nominaciones a los premios Emmy. En su primera película, Fennell nos presenta un drama psicológico y un relato de suspenso en clave de comedia negra, con temáticas como el abuso sexual, el consentimiento y el encubrimiento. Aquí, cuenta con Carey Mulligan (“Drive, “Shame”, “El Gran Gatsby”), protagonista de la película que interpreta a Cassandra Thomas, una joven que tras dejar su carrera como médica comienza a trabajar en una cafetería y se convierte en una especie de “justiciera anónima” nocturna. En esta doble vida, Cassandra finge estar alcoholizada en bares y discotecas para darle una lección a aquellos hombres que quieran aprovecharse de ella. A lo largo de la narración iremos descubriendo las motivaciones de su personaje, al cual Mulligan aborda con firmeza y cierta oscuridad, mientras la cinta cambia de registros. En ese sentido, encara con valentía un estilo y no teme caer en el ridículo, a la vez que sabe capturar y exponer las temáticas contemporáneas -una nueva ola enmarcada en el movimiento #MeToo- mejor que varias de las propuestas del último tiempo. La obra también destaca por su apartado visual y por una banda sonora adecuada para resaltar determinados momento (Paris Hilton, Juice Newton y hasta una interesante versión de un clásico de Britney Spears) y mantiene una armonía y coherencia técnica que se rompe hacia el final donde presenta algunos problemas, no en cuestiones de guion sino de ejecución. En definitiva, la carta de presentación de Fennell -quien tiene un interesante cameo en su película- es una singular y atrevida historia bien aggiornada a sus tiempos que muestra un futuro auspicioso para su directora. Por Federico Perez Vecchio Puntaje: 7/10