Por algún motivo que escapa mi comprensión, alguien pensó que era una buena idea llevar al cine la historia de las personas que crearon el famoso Diccionario de Oxford.
En el mundo de la producción de cine hay un dicho que reza “si la idea es mala, no importa lo que hagas, o como lo maquilles, la película va a ser mala”.
Esta frase se aplica a la perfección a The professor and the madman (El profesor y el loco, título original), porque si bien el film tiene unos cuantos valores en su producción y realización, no escapa al fallido.
Primero y principal hay que aclarar que esta producción irlandesa es demasiado aburrida. Realmente cuesta terminar de verla. Hay que hacer un gran esfuerzo para bancarse todo el metraje.
Y esto no sucede por una narrativa lenta, porque hay varias películas construidas de ese modo y que no aburren. No hay grandes pausas de diálogo para echar culpa.
Lo que sucede es, sencillamente, que la historia no da para el cine. Son engañosos los primeros minutos, cuando nos presentan a uno de los personajes principales en una secuencia de persecución y crimen, porque luego todo es demasiado aburrido.
Y si bien la relación entre los personajes es, supuestamente, el atractivo principal, son las escenas -intolerables- que tienen que ver con el diccionario lo que hace insoportable al film. Mel Gibson y Sean Penn hacen un gran trabajo en sus respectivos papeles, pero lejos de cualquiera de sus roles memorables.
La ambientación, vestuarios y recreación histórica es lo único elogiable. No es poca cosa, pero no alcanza. La ópera prima del realizador iraní Farhad Safinia resulta en una biopic innecesaria y soporífera.