De la A a la ZZZZZZZZ.
Con soberbia refinada es que el director Farhad Safinia lleva a cabo la historia real de dos hombres que iniciaron la descomunal tarea de dar forma al diccionario Oxford, el más completo de la lengua inglesa.
Por un lado, se encuentra el profesor James Murray (Mel Gibson), principal responsable de recolectar y definir el contenido de los tomos del diccionario. Por el otro, el doctor William Minor (Sean Penn), un ex militar estadounidense que es internado en un psiquiátrico de Londres tras asesinar por error a un hombre. Cada cual se abocará a la tarea de dar forma al volumen enciclopédico al mismo tiempo que se forjará una amistad entre ambos.
El film se presenta y desarrolla de manera clásica, siguiendo la fórmula del cine de época donde cada aspecto que lo conforma se desenvuelve de manera correcta. Pero justamente la corrección es lo que le juega en contra a una historia que carece de pasión al ser contada y no logra transmitir la empatía necesaria para con sus personajes.
Atestiguamos a un hombre como William, quien vive bajo el acecho de los fantasmas de su pasado militar, la culpa de haber dejado viuda a Eliza (Natalie Dormer), madre de cinco sin sustento alguno, y la tortura física y mental de los barbáricos métodos del doctor Richard Brayne (Stephen Dillane). Y a pesar de todo ello que podría ganarse la empatía y el interés del público, la manera desapasionada en que es narrada la historia borra toda posibilidad de lograrlo.
El director construye a sus personajes tanto por separado como en conjunto, dotando al film de eventos que se desencadenan con naturalidad, brindando igual de importancia a la labor lingüística como también al estado mental del paciente psiquiátrico. Pero al mismo tiempo devela una necesidad melodramática que intenta por sobre todo provocar una emocionalidad que, debido a su tediosa implementación, jamás logra. El sentimiento, la pasión están allí de forma ausente, un dejo de intención que asoma levemente y que es enterrado bajo el letargo del relato. De forma contradictoria, mientras los protagonistas dedican años de su vida a archivar y definir la nueva lengua inglesa en lo que se convertiría uno de los diccionarios más prestigiosos, el film de Safinia por definición es un manual poco práctico con un lenguaje conocido pero que no dice mucho ni transmite el peso de importancia que en su forma alega tener.
Así, Entre la razón y la locura funciona como un acercamiento a la historia detrás de las palabras, pero es en la lectura misma que hace de los hechos que el material pierde a su lector, o mejor dicho espectador, conforme la narrativa avanza de manera poco interesante. El contar con el talento de actores de renombre como Mel Gibson y Sean Penn no le asegura una efectividad o mayor peso del que el guion y la forma narrativa les ofrece para trabajar. Conocido es el refrán “las palabras se las lleva el viento”. En el caso de este film, lo único que se lleva las palabras es el tiempo del espectador.