El cine es lenguaje. Este ejercicio y sus usos, desencadena en una lengua que fluctúa con el tiempo tal como modificamos el habla. En algún momento de la historia, alguien se tomó el tiempo de tratar de recopilar todas las palabras del idioma y asentarlo en un escrito. De esto va “The Professor and The Madman”, un drama biográfico sobre la primera creación del Diccionario de Inglés de Oxford.
Una cinta que trata de mostrar, además del arduo trabajo que supone esta recolección de palabras, un retrato de como la genialidad y la locura se combinan para darnos amor, amistad y perdón.
Uno de los datos curiosos, es que también la producción del film puede ser caótica. Tras varios intentos de que la película salga a la luz, terminó siendo dirigida por Farhad Safinia , que debido a problemas legales debió aparecer su crédito como P.B. Shemran. Un periplo tal como pasaron James Murray y William Chester Minor.
Murray (Mel Gibson) fue el hombre que comenzó a recopilar palabras a mediados del siglo XIX; y contaría para este proceso con la ayuda del asesino convicto William Chester Minor (Sean Penn), que ingresó más de 10.000 palabras al diccionario mientras estaba interno en un hospital para enfermos mentales.
Estos dos monstruos de la actuación elevan este drama histórico, con su talento y sus voluptuosas barbas. En especial Sean Penn, que con su performance lo vemos volver a sus mejores momentos.
En la parte técnica, vemos un gran uso del sonido y la fotografía que hacen que una película de época tenga un ritmo más dinámico. Es larga y se puede decir que tiene 20 minutos de sobra, pero cada vez que salen en pantalla los dos protagonistas es un disfrute. Hubiera estado bien ampliar el conflicto del maltrato psiquiátrico que sucedía en las residencias mentales.
No es una joya cinematográfica, pero sí una película necesaria, ya que es una parte de la literatura y la historia moderna que no se conoce.
Para los interesados en la lingüística, las redenciones y el buen cine. Un mundo en donde cada palabra tiene detrás amor y poesía. Como diría Neruda, nos dejaron todo. Nos dejaron las palabras.