Asesinato en los tiempos de Clue
Rian Johnson escribe y dirige Entre navajas y secretos (Knives Out, 2019), pero la verdadera autora es Agatha Christie, cuyas 66 novelas detectivescas establecieron un género, lo desarrollaron, perfeccionaron, subvirtieron y finalmente canonizaron, con el detective Hercule Poirot a la cabeza de 33 de ellas. Si algo ha demostrado Johnson en su obra es su maña por la subversión del género, algo que mancilló su incursión en Star Wars pero que aquí se justifica y agradece. Al cabo subvertir expectativas es el fundamento del whodunit (“quién lo hizo”).
La trama gira en torno a la muerte del patriarca de una extensa familia disfuncional, Harlan Thrombey (Christopher Plummer), un exitoso escritor de novelas de asesinatos que es hallado muerto en sus aposentos tras haberse aparentemente suicidado. La mansión, descrita efectivamente por alguien como “un enorme tablero de Clue”, alberga un elenco pintoresco de sospechosos: su hijo Walter (Michael Shannon), su hija Linda (Jamie Lee Curtis), su esposo Richard (Don Johnson), su nieto Ransom (Chris Evans), su nuera Joni (Toni Collette) y su cuidadora Marta (Ana de Armas), por mencionar algunos.
La policía, asistida por un idiosincrático investigador sureño llamado Benoit Blanc (Daniel Craig), entrevista a la familia uno por uno. Todos tienen buenos motivos para matar a Harlan o para esconder información. La historia se presenta como un misterio tradicional, completo con un tono de farsa y una estética anticuada, pero pronto comienza a subvertir las convenciones del género al resolver rápidamente ciertas incógnitas y plantear otras insospechadas. Despojada de absolutismos, la trama vadea un lodazal de mentiras blancas y medias verdades. Hay varios giros y ni uno solo se siente tramposo.
Mientras tanto, la trama va cobrando dimensión como metáfora clasista a medida que se profundiza la complicada relación que tiene la familia Thrombey con lo que llaman “la servidumbre”. Muchas historias plantean un eje de odio y desprecio; la afectuosa condescendencia con la que los Thrombey tratan a Marta y su familia es mucho más convincente, porque refleja cuan poco les importa. El odio y desprecio se lo reservan para tratarse entre sí.
Hay algo de la visualidad de Wes Anderson en el humor de la película, construyendo algunos gags con simetría y profundidad de campo, pero el registro exagerado de la farsa es lo que permite a los actores robarse sus escenas, interpretando versiones exageradas o contrarias a sus acostumbradas personalidades (Curtis es ruda, Collette es fatua, etc.). Se destaca Daniel Craig, quien ya había hecho de palurdo sureño en La estafa de los Logan (Logan Lucky, 2017) y aquí interpreta una especie de dandy pánfilo y sofisticado.
Aún sin ser oficial, Entre navajas y secretos es mejor adaptación de una novela de Agatha Christie que algo como Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express, 2017), la cual oscilaba entre ser una adaptación tediosamente literal y recurrir a exabruptos de acción banal. Es mejor por virtud de continuar la tradición de jugar con las reglas del género, acatándolas y modernizándolas simultáneamente. Dobla las reglas sin romperlas, engaña al espectador sin hacer trampa, le da lo que quiere pero también algo nuevo.