Es una comedia con suspenso, un regreso al subgénero policial “whodunit” (contracción de la pregunta en ingles “quien lo hizo”) en el crimen realizado en un cuarto cerrado donde el culpable está ahí, cerca, y no será necesariamente el mayordomo, que será descubierto por un detective que viene del exterior. En una fastuosa mansión aparece muerto un escritor estrella, de cuya incesante colección de novelas de misterios vive la familia directa y aledaños. Parece un suicidio pero las sospechan rondas a un elenco de estrellas y el tono zumbón, ingenioso, que impera en toda la película es la característica del film, con guión y dirección de Rian Johnson. Con un estilo que nunca deja de lado la diversión y la irreverencia, con referencias a juegos de detectives, series famosas, la Agatha Christie de “Muerte en el Nilo” o “Asesinato en el expreso a Oriente”, a mismísimo Hitchcook, que pone al viejo estilo de misterio y muerte como un transporte disfrutable del principio al fin. El diseñador de producción por ejemplo, asistente de la serie Game of Thrones, hace que los miembros de la familia sean interrogados contra una “obra de arte” que parece la parte trasera del famoso trono de hierro. La figura clave, el detective es un Daniel Craig inspirado, acompañado por Jamie Lee Curtis, Don Johnson (siempre más talentoso de lo que siempre pareció), Cris Evans, Michael Shannn, Jaeden Martell, Toni Collette, y “el muerto” Christopher Plummer, que aparece en cada uno de los racontos. Una diversión inteligente y ajustada que da enorme placer ver.