Entre navajas y secretos es un homenaje a los clásicos misterios de Agatha Christie, con mucho de parodia pero sin limitarse a ella. Con inteligencia, el guionista y director Rian Johnson construye un misterio con varias vueltas de tuerca que logra ser intrigante y atractivo aun para aquellos que conocen al pie de la letra las reglas del género. En realidad, será mejor incluso para quienes están acostumbrados al juego de adivinar quién es el asesino.
“Este tipo vive en un tablero del Clue”, dice uno de los personajes sobre la mansión del escritor de misterio Harlan Thrombey, en uno de los tantos guiños al espectador. La casa y todos sus minuciosos detalles son parte de esa construcción en la que se lleva al máximo cada uno de los clichés del género, pero sin vaciarlo de sentido.
El escritor de 85 años, interpretado por el siempre fabuloso Christopher Plummer, parece haberse suicidado, pero algo no termina de cerrarle al inspector Benoit Blanc, encarnado con un extraño acento y elegancia cómica por Daniel Craig. A partir de entonces comienza una investigación en la que los Thrombey se revelan como una familia más complicada de lo que parecía a primera vista. Todos tienen secretos que resguardar y cada revelación va agregando un nuevo ingrediente a la investigación.
No sólo Craig y Plummer ofrecen actuaciones sobresalientes sino también todo el resto del elenco, que es la prueba perfecta del poder de un buen casting: Jaime Lee Curtis, Don Johnson, Toni Colette, Michael Shannon y Chris Evans son algunos de los miembros de la familia, mientras que Ana de Armas es la enfermera de Thrombey. Pocas veces se puede notar tan claramente, como sucede en Entre navajas y secretos, que los actores y el director están disfrutando al máximo de su trabajo. Es imposible resistirse a compartir ese goce con ellos.
Más allá de los enormes talentos a cargo del film, tanto detrás como delante de la cámara, el ingrediente secreto de Entre navajas y secretos es su espíritu de auténtico amor por el clásico policial inglés. Rian Johnson, fanático de Agatha Christie, le escapa a la canchereada y encuentra una forma elegante de reírse con el género y no de él.