«Knives Out», el film más reciente de Rian Jonhson («Looper», «Star Wars: The last Jedi», «Brothers Bloom») recupera una de las fórmulas más conocidas y utilizadas de las novelas policiales y las películas de misterio: el whodunit o whodunnit. Este término proviene de la contracción en una sola palabra de la pregunta inglesa Who has done it? o Who’s done it? («¿Quién lo ha hecho?») y hace referencia a una variedad de trama compleja dentro de este tipo de relatos de intriga, en la que un enigma o una especie de rompecabezas es su principal característica de interés. En otras palabras, el misterio del relato reside en descubrir quién es el asesino o quién fue el culpable. En este subgénero se proveen al lector/espectador los indicios acerca de la identidad del autor del delito, para que pueda deducirlo antes de la solución que se revela sobre el final del relato. Por lo general, la investigación suele ser realizada por un detective aficionado o profesional, frecuentemente con grandes poderes deductivos y un intelecto privilegiado. En la literatura tenemos infinidad de ejemplos entre los que se destacan las novelas de Agatha Christie y Sir Arthur Conan Doyle con grandes figuras detectivescas que se encargan de desentrañar los misterios detrás de ciertos asesinatos o delitos. Estos son Hércules Poirot y Sherlock Holmes.
El film de Johnson busca revivir ese viejo procedimiento, el cual también utiliza para homenajear al mismo Poirot (de hecho, el personaje del investigador interpretado por Daniel Craig lleva el nombre de Benoit Blanc que nos remite al famoso detective belga de Agatha Christie) pero a su vez utilizando un estilo narrativo más fresco, moderno y vertiginoso.
El largometraje cuenta la historia de la familia Thrombey, la cual se ve envuelta en una investigación policial cuando el renombrado novelista de misterio Harlan Thrombey (Christopher Plummer) es encontrado muerto en su mansión, justo después de la celebración familiar de su 85 cumpleaños. El inquisitivo y cortés detective Benoit Blanc (Daniel Craig) es misteriosa y anónimamente reclutado para investigar el asunto. Se moverá entre una red de pistas falsas y mentiras elaboradas por los familiares de la víctima, para intentar descubrir la verdad tras la muerte del escritor. La familia será interrogada uno a uno para ir poniendo a prueba sus coartadas y sus posibles motivos. Entre ellos se encuentran: Linda Drysdale (Jamie Lee Curtis), la hija mayor de Harlan y esposa de Richard, «Walt» Thrombey (Michael Shannon), el hijo menor de Harlan y esposo de Donna, el principal encargado de manejar el negocio de venta de novelas de su padre, Joni Thrombey (Toni Collette), la viuda de Neil, el hijo fallecido de Harlan y madre de «Meg» Thrombey (Katherine Langford), nieta de Harlan que cursa estudios de arte financiados por su abuelo; Hugh Ransom Drysdale (Chris Evans), el rebelde hijo de Linda y Richard y nieto de Harlan, Jacob Thrombey (Jaeden Martell), nieto de Harlan e hijo de Walt y Donna que está muy involucrado con el mundo de la política, Richard Drysdale (Don Johnson), el esposo de Linda y su principal apoyo en el manejo de su compañía, entre otros. Además de sus familiares cercanos, formaran parte de los sospechosos Frances (Edi Patterson), la ama de llaves de la mansión y Martha Cabrera (Ana de Armas), la enfermera y amiga de Harlan.
Poco a poco irá surgiendo la información (tanto verdadera como falsa) para que el espectador vaya elaborando sus teorías sobre quién es el culpable, no obstante, uno de los aciertos de la cinta radica en que varios pasajes también recurren al humor y a la parodia para hacer al relato todavía más atractivo e interesante. Esos toques de comedia que sirven para relajar, sorprender y descomprimir (cuando es necesario) nos remiten a películas como “Murder by Death” (1976) y “Clue” (1985).
Es así como Rian Johnson construye un relato sumamente atrapante y envolvente en el cual se revela prácticamente a la media hora cómo habría fallecido el escritor, pero abriendo otra vez varios interrogantes en otras direcciones. Casi como si tomara como base el whodunnit para reinventarlo y armar un derivado más fascinante y sugerente. Todo esto no hubiera sido posible sin el minucioso e impecable trabajo de guion del propio Johnson, así como también el compromiso del elenco que se lo ve intensamente compenetrado con la historia. Realmente hay que destacar el trabajo de Craig y Armas que sacan a relucir todo su talento actoral para la ocasión. Por supuesto, que Curtis, Collette, Plummer, Evans y cía también logran brillar en sus roles secundarios.
Por otro lado, hay espacio para el absurdo y lo bizarro con el objeto de homenajear a las obras antes citadas con asuntos tales como que el personaje de Martha vomita cada vez que miente o es obligada a mentir por alguno de sus empleadores convirtiéndola prácticamente en un detector de mentiras humano, así como también espacio para la reflexión política y social sobre ciertos tópicos como la ignorancia, la xenofobia, la discriminación, la inmigración, entre varias otras cuestiones. Asimismo, nos encontramos con diálogos inteligentes y un ritmo acelerado que no da lugar a que la trama se estanque o se pierda en el gran número de personajes con el que cuenta.
En los apartados técnicos cabe destacar la exquisita fotografía de Steve Yedlin (habitual colaborador de Rian Johnson) y su diseño de producción que juega con una estética anacrónica donde se mezclan vestuarios y decorados más antiguos (en lo que rodea a la mansión y a la familia en sí) con un contexto/entorno moderno.
«Knives Out» es una de las grandes sorpresas de este año donde se pone de manifiesto que este género todavía tiene mucho para dar si se cuenta con un gran guion y un talentoso director que lo respalde. A su vez, sirve de prueba de que se puede lograr una correcta mixtura entre misterio y comedia con el sustento de un elenco comprometido con la tarea.