Entre nosotras

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Una historia de amor, siglo XXI, en este caso entre dos mujeres, algo que está de moda y vende. Nada original. Todo un catálogo de lugares comunes fagocitados por la superflua mirada sobre el mundo actual, que le imprime la directora, la libertad de elección sexual, la discriminación. La mirada del otro.
El universo femenino había sido retratado por la misma directora, Maria Sole Tognazzi, la hija del gran Ugo Tognazzi, en un filme sencillo, bello, agradable, “Viajo sola” (2013), también con Margarithe Buy, estrenada en Argentina en 2016.
En este caso parece haber adquirido un manual de guión clásico, y desde ahí, escribir una historia paso a paso, capitulo por capitulo, sin saltear ninguno, como determina el texto, sin olvidarse de mezclar, colocar, todos y cada uno de los cliché del inventario cinematográfico escrito en los últimos 120 años.
Mientras miraba la película se me presentaba a la memoria el bellísimo filme “Lejos del paraíso” (2002) ambientada en los Estados Unidos, en la década del ’50, en cuya historia Julianne Moore se enamora de Dennis Haysbert, un afroamericano. Las dudas de uno y otro, la mirada y el prejuicio social. Luego recordé esa maravilla del director Spike Lee “Jungle Fever” (1991). Casi lo mismo desde la temática, con estructura narrativa diferente, ambientada en los ‘90.
¿Cual sería el hallazgo de Tognazzi? Ninguno, sólo que cuenta en su beneficio con la talentosa Margarithe Buy, que se pone al hombro la película con su performance, pero en este caso tiene demasiado contrapeso.
Federica (Margherita Buy) es una arquitecta de éxito, estuvo casada y tiene un hijo adulto; ahora, y desde hace 5 años, en pareja con Marina (Sabrina Ferilli), ex actriz, dueña de un restaurante gourmet, como se los conoce actualmente. La primera no puede blanquear su situación, afectiva, (la de los dólares es acá, en la Argentina, el filme es italiano, aclaro), La otra hace años se asumió como lesbiana, pero el amor es mas fuerte y respeta la decisión de su pareja.
Pero como nada es eterno, el conflicto aparece en formato de asignatura pendiente en un estuche antiguo masculino, amor de juventud de Federica. Las dudas aparecen a flor de piel. También hay tiempo para que las familias juzguen esa relación y a la otra parte.
Entre idas y vueltas, a cada plano un cliché, un estereotipo, una manipulación emocional, todo se torna vacuo, previsible, y si para muestra basta un botón hasta aparece la escena clásica de un amante corriendo por el andén, al tren en que su pareja se aleja, ruidos de los pasos acelerados, acá no hay tren, pero hay una ascensor y una escalera. Cambia algo.
De estructura narrativa convencional, respetando a raja tabla los tiempos ya tradicionales, sin ningún tipo de búsqueda formal o estética, pero todos los rubros, incluido el montaje, de buena factura, y Margarithe Buy, claro. Nada más.