Te amo, te odio, no me dés más
Federica y Marina son pareja, y la película de la hija de Ugo Tognazzi tiene los clisés ordenaditos de uno en fila.
María Sole Tognazzi no sólo lleva el (sobre)peso de su noble apellido -es hija de Ugo-, sino de una película anterior, Viajo sola, en la que diseccionaba el mundo femenino a partir de una historia sencilla -la de una mujer que se la pasaba viajando, durmiendo y comiendo en hoteles 5 estrellas por el mundo y escribiendo reseñas de ello-. Si Viajo sola no era una maravilla y antes del final comenzaba a hacer agua, o parecer un albergue 2 estrellas, Entre nosotras pretende ser más de lo que es.
No muy lejos de los arquetipos, Entre nosotras (no confundir con Entre nous, con Isabelle Huppert y Miou-Miou) plantea una historia de amor entre mujeres. Una, Federica (Margherita Buy, de Viajo sola y, mejor, El caimán) es tímida, arquitecta, estuvo casada y tiene un hijo ya grande; la otra, Marina (Sabrina Ferilli), fue actriz, está retirada y está también más allá del bien y del mal. Una quiere ocultar su relación, aunque hace cinco años que conviven; a la otra no le importa blanquear, pero respeta la decisión de su pareja.
Por supuesto que no habría película si algo no desbalanceara esta relación. Algo que no vamos adelantar por si el lector quiere aproximarse a la historia, pero sí le anticipamos que los clisés están ordenaditos de uno en fila.
Cada relación y pareja es única, los prejuicios de una parte y la otra pueden minimizarse, desaparecer o directamente no existir, pero si emergen miedos… Lo que expone Tognazzi es tan, pero tan insulso que al arribar al desenlace a uno le da lo mismo lo que Federica decida y disponga con su vida. No es buen síntoma.