Silencios que queman
La ópera prima de Nelson Schmunk, Entre Ríos, todo lo que no dijimos (2014), trabaja sobre esas situaciones de la vida en las que muchas veces se prefiere callar, a pesar del daño interno que generan sobre uno mismo y el entorno.
Emanuel (Javier De Pietro) viaja de Buenos Aires a Villa Ramírez en Entre Ríos a pasar unos días con su abuela (Frida Herbes) enferma. Viaje que será una despedida y en el que Ema intenta contarle un secreto ante el que no sabe como reaccionará. Ofe, su madre (Eugenia Alonso), prefiere no revelar el diagnóstico médico para evitar un mayor daño, con la misma lógica que Ema decide no hablar sobre su verdadera elección sexual.
De tono intimista, Entre Ríos, todo lo que no dijimos es una película de silencios, pero no de silencios propiamente dichos sino de esos donde los personajes callan porque creen que es la forma de evitar hacerle daño al otro, cuando en realidad se lastiman a sí mismos. Son seres que no pueden expresar sus sentimientos, la verdad de lo que les pasa por miedo a lo que puedan generar. Tal vez Emanuel sea el más expresivo pero así y todo ese hábitat le hace reprimir su verdadera sexualidad. Seres que callan pero que en sus gestos están las verdaderas palabras y que el terceto de actores puede transmitir con una perfección que traspasa la pantalla.
Personajes que entrecruzan miradas, que evitan el roce o que ante este denotan cierta incomodidad, que prefieren la superficialidad de un diálogo ante el miedo de mostrarse naturales son situaciones típicas de las pueblos que de manera tan acertada el director retrata en una película donde todo está en la medida justa.
Con una impecable fotografía de Martín Benchimol y una banda sonora de Sebastián Romero Bernhardt, Entre Ríos, todo lo que no dijimos es una de esas películas que dice mucho más de lo que aparenta. De la misma manera que lo hacen los personajes que eligió retratar.