Scarlett Johansson y muy poco más
El sexo y el amor en el siglo XXI están minados por los estímulos que surgen de Internet. Al menos éste es el planteo de la opera prima como realizador del actor Joseph Gordon-Levitt, también a cargo del personaje protagónico, un estudiante adicto a la pornografía, que a pesar de conseguir conquistar a una belleza del calibre de Scarlett Johansson, no puede dejar de masturbarse varias veces al día mirando películas porno en la web.
El film empieza como una comedia más sexual que romántica, con apuntes divertidos sobre la adicción a los placeres solitarios del protagonista y sus redenciones semanales visitando el confesionario de la Iglesia del barrio, ya que el foco está en la etnia italoamericana del personaje y su familia (lo que permite el lucimiento del talentoso Tony Danza como el padre pésimamente mal hablado).
En la primera mitad del film el argumento se concentra sobre todo en narrar la relación entre Gordon-Levitt y su novia, una chica demasiado formal que lo hace esperar semanas antes de tener sexo, se la pasa organizando su futuro laboral y familiar y hasta la limpieza de su casa, y que por supuesto le prohíbe terminantemente mirar pornografía en su PC. Luego la trama se va desdibujando cuando aparece la improbable compañera de clases Julianne Moore. Esta gran actriz siempre aporta algo a toda película en la que participa, y aquí da vida a una extraña mujer que, como era obvio, le dará un par de lecciones de sexo y romance al inexperto galán.
Joseph Gordon-Levitt tenía entre sus manos algo que podría haber sido bastante más interesante, pero dadas las repeticiones del guión, los baches narrativos y su obsesión por estar prácticamente en cada escena del film, su primera película como director se queda a mitad de camino, sobre todo por la típica estrategia de empezar una historia de la manera más guarra e irónica posible para ir llevándola a un territorio bastante más light. En términos de cine, no hay nada demasiado malo, ni tampoco muy notable. Hay algunos momentos divertidos, aunque no muchos gags realmente reideros. Con todo, ver a Scarlett Johansson nunca hace mal.