El porno tan temido
Parecía que el mayor mérito de esta ópera prima de Joseph Gordon Levitt era la de quitarle el halo de gravedad a la idea de masturbarse, que impuso la infame Shame del sobrevaloradísimo Steve McQueen. Lo que sí hay, a pesar de esa mirada menos ponzoñosa sobre la autosatisfacción sexual, es algo de hipocresía al poner al protagonista, Jon (Gordon-Levitt) como un hombre que siente -como parte de una rutina bien delineada- la necesidad de confesarse en la Iglesia por tales actos impúdicos; no sólo masturbarse sino también tener sexo ocasional.