Empecemos por lo que el film tiene de malo: se parece a un grotesco argentino, a una película “de familia”, no del orden “Los Campanelli” (perdón por lo arcaico del recuerdo) sino más bien del orden “Buscavidas” (ídem, aunque menos). Sí, bueno, son ejemplos televisivos pero también los más adecuados. El actor y aquí guionista y director Joseph Gordon-Leavitt (Looper, El origen, Batman: El caballero de la noche asciende) narra la historia de un chico de barrio piola, conforme con su vida salvo por el hecho de que es adicto al porno, o bien a la visión irreal que del sexo provee el porno. Consigue una novia preciosa (Scarlett Johansson) pero su adicción al triple equis es más fuerte. Lo que mejor funciona en el film es la actuación y el timing para lo cómico de la mayoría de los protagonistas y el retrato realista suburbano. Esquiva, desgraciada e inadvertidamente, el gran tema: la relación que cada persona establece con la imaginación y con la fantasía, los límites de lo real, y lo hace para dar “un mensaje”. Ese error se compensa por la gracia del paisaje.