No está lograda esta comedia francesa sobre la crisis de un cincuentón, que vive de las apariencias.
Ni reflexiva ni cómica, Entre tragos y amigos, la película del francés Eric Lavaine, queda tan lejos de la historia que intenta contar como su título original (Barbecue) de un buen asado argentino. Enrolada en las decenas de películas que retratan la crisis de los 50, ya sea en tono pasatista o dramático, apuesta por una historia mínima, la de Antoine, un coqueto cincuentón que vive en el mundo de las apariencias, las físicas, las laborales, las familiares. Un tipo patético oculto detrás de una mesura naturalizada. Las máscaras de esta sociedad. No toma, no fuma, persigue amantes extranjeras y practica running con sus amigos. Bien por Antoine.
La película comienza justamente en un maratón definitivo, en el que este modelo de hombre sufre un infarto. Entonces pasamos a un breve flashback que nos muestra lo superficial que era su vida hasta allí. Nos presentan a su grupo de amigos, bien etiquetados por el guión. El hablador insoportable, el tonto sensible, la pareja separada que se reencuentra con el grupo y el tipo reservado afectado por una crisis económica que jamás comentará.
Ahí ya tenemos un problema, porque la simpatía del filme no alcanza ribetes suficientes como para tapar la pobreza de estos desempeños. Aunque las actuaciones están bien, el guión es pobre, sin matices y absurdamente previsible.
Pero volvamos al cuentito. Antoi- ne regresa de su enfermedad convertido en otro. Se hartó de disimular, de aparentar y de quedar bien con todos. Como es de esperar, su reacción produce un vendaval en el grupo, un vendaval muy francés.
Y ése es otro problema. Porque la película funciona. Está bien filmada, bien actuada, los diálogos son creíbles y la conjugación de estos factores ofrece un resultado hasta agradable. Pero detrás no hay nada. Ni un chiste para comentar, ni un motivo para empezar o dejar de beber, según el cincuentón de quién se trate. Pobre Jacques Tati, que con el ruido de una puerta te hacía reír y pensar. El rumbo de la comedia francesa, tema para charlar entre tragos y amigos.