Dirigida por Cédric Klapisch y escrita junto a Santiago Amigorena, Entre viñedos es un drama familiar con algunos toques de comedia que explora la relación entre tres hermanos luego de la muerte de su padre, quien los deja a cargo de unos viñedos en Borgoña.
Juliette, Jeremie y Jean se criaron entre los viñedos, aprendiendo el oficio desde pequeños. Su padre esperaba que aquello que le perteneció a su familia durante un siglo siga siendo así aún después de su partida. Pero Jean no pudo con esa vida quieta, no al menos ahí, en Borgoña. Entonces se fue de viaje por el mundo para terminar teniendo una vida similar en Australia, donde hoy también es propietario de viñedos. Cuando su padre está por morir, ni más ni menos que diez años después de su partida, él regresa y los tres hermanos quedan a cargo de la herencia, algo que trae más cosas de las esperadas.
La película que dirige Klapisch, y coescribe junto al argentino radicado en Francia, Santiago Amigorena, es un drama ligero pero profundo sobre los lazos familiares, las tradiciones y las raíces. Las analogías con el vino están servidas sobre la mesa: las cosas mejoran con el tiempo pero no es ése el único factor necesario, todo precisa de un cuidado específico.
El regreso de Jean no sólo está marcado por la familia que dejó hace diez años, sino por su otra familia, la que está en Australia, su mujer y su hijo, una española interpretada por María Valverde a la cual ahora “abandona” y de la que hasta parece querer escaparse. A la larga, los tres hermanos son adultos que todavía no han logrado madurar. Klapisch se aleja de las ciudades, se introduce en lo rural y retrata entonces esta nueva etapa también a través del complejo proceso de elaboración del vino que requiere mucho más que, simplemente, tiempo. Y estas partes las retrata de un modo casi documental.
El hermano “quebrado” que regresa, el que se quedó y se siente aún más pequeño de lo que es y la mujer que, de repente, tiene que hacerse un lugar en un mundo generalmente dominado por hombres. En el medio, se intercalan con cierta sutileza unos pocos flashbacks que terminan de delinear lo que fue este tipo de infancia para cada uno de ellos.
La película dura dos horas y en algún momento esa longitud comienza a hacerse notar. Sobre todo también con respecto al tratamiento de algunos personajes que terminan quedando algo desdibujados y desaprovechados. Entre los tres actores protagonistas, quien se termina luciendo es Ana Girardot, la hermana, logrando opacar al Jean de Pio Marmaï. Otro punto que le juega en contra es la voz en off que aparece de manera algo azarosa sólo unas pocas veces durante el relato.