En busca del techo propio
La autogestión, en un cruda mirada sobre el déficit habitacional.
El barrio la Lechería -por estar emplazado en una vieja envasadora ubicada frente a las vías del Ferrocarril San Martín- fue uno de los símbolos de la precariedad habitacional de los sectores más empobrecidos de la ciudad de Buenos Aires. Desde la década del ’80, y año tras año, la cantidad de ocupantes fue creciendo y llegó a tener unos mil habitantes.
Este documental, de Lisandro González Ursi y Diego Carabelli, ingresa de una forma casi ausente en el paso a paso de Los Bajitos, una cooperativa de vivienda conformada por sus habitantes, en búsqueda del techo propio. ¿Su proyecto de mudanza? Un terreno que consiguieron en el barrio de Mataderos. Y aquí comienza el gran trabajo de los directores, hilar un relato con eje en tres vecinos, donde se destaca el desgarrador testimonio de un ciudadano boliviano quien fue abandonado por su mujer, gana no más de 300 pesos mensuales, está a cargo de cinco chicos y perdió una pierna en un accidente entre otros problemas. La fuerza misma.
La repetida figura del Che Guevara (en almanaques, pintadas) más su mítica frase “Hasta la victoria siempre”, sumerge al espectador en un espacio de lucha, autogestión, donde el portavoz de la Cooperativa (con un discurso algo impostado, duro aunque honesto) informa a los habitantes de La Lechería cuál es el paso a paso a seguir en cuanto al flagelo habitacional que padecen. Y se plasma muy bien esa empatía entre los vecinos y los trabajadores sociales.
Las tomas nocturnas, con el ferrocarril bordeando el complejo de La Paternal, el movimiento de gente en los pasillos y el pulso de cada asamblea incrementa la tensión, y atención, de un relato sólido con un prolijo montaje donde se destaca el sonido y las tomas panorámicas en una locación con escasos recursos fílmicos.
El fuego y la barricada para cortar las vías en señal de protesta, la intimidante presencia policial o la bronca de los vecinos lindantes al terreno de Mataderos (donde el mensaje amenazador está muy bien captado) son algunas de las entradas hacia el conflicto, la tensión, elementos que llenan de color (y calor) a este logrado documental.
Lo cíclico en Errantes se sostiene con la demolición de La Lechería, imágenes crudas, dolorosas, luego de un lento peregrinaje en la desocupación en diciembre de 2008. Parte de las familias terminaron mudándose a las casas construidas en un terreno en Parque Avellaneda y otras recibieron un subsidio para resolver, de un modo transitorio, su situación habitacional.