Documental que pierde el rumbo
Prejuicios sociales y limitaciones de la comunicación se evidencian en este documental sobre el esfuerzo de un grupo de familias por acceder a un techo digno. Ellas se organizaron en una cooperativa de vivienda, compraron un terreno, hicieron sus casitas, pero al momento de la mudanza los vecinos del lugar repudiaron su llegada y no pudieron hacer uso de lo propio. Terminaron dispersadas en complejos habitacionales ajenos.
El documental que ahora vemos nos muestra a algunas de esas personas asentadas en lo que fuera la envasadora La Lechería, entre Paternal y Villa del Parque, frente al FFCC San Martín (hoy demolida), las reuniones de la cooperativa Los Bajitos, comandadas por jóvenes bienintencionados, la construcción de casas propias en el predio de Basualdo 1753, Mataderos, la mudanza frustrada por toda una movida de vecinos paranoicos que decían haber visto en Internet muy malos informes sobre esa gente, y unas pocas cosas más.
Llama la atención que los jóvenes bienintencionados, tan eficaces para ganarse la confianza de los asentados de La Lechería y organizarlos para una buena idea, no hubieran previsto un trabajo de relaciones públicas con los residentes de Mataderos. El malentendido que surgió ante la llegada de tantos desconocidos se hubiera desinflado en pocos días. Tampoco el Instituto Municipal de Vivienda hizo gran cosa por tranquilizar a unos y ayudar a otros. En el documental ni se lo ve, y las familias tampoco ven toda la ayuda prometida por dicho organismo ($12.000 por familia, a entregar en cuotas). Pero ése puede ser otro malentendido. Y otro malentendido más, es el que resulta de la mecánica impuesta por la producción de la película, que por filosofía se niega a facilitarle las cosas al espectador poniendo cada tanto un narrador en off que aclare algunas situaciones.
La última parte del documental se hace medio confusa, y ni siquiera nos deja claro qué fue de algunas personas cuya ilusión habíamos compartido al comienzo: una estudiante tucumana de magisterio, una embarazada que toma con buen humor su poco espacio disponible, un boliviano que perdió la pierna en un accidente (y la mujer que no quiso cuidarlo y se fue, dejándole los hijos) y aun así trabaja todo el día y sigue adelante. Ese hombre se merece una película propia. Vaya a saberse ahora adónde fue a parar.