Timadores timados y equivocados
Rodada en un 16mm en blanco negro que hace gala de un hermoso grano –e incluso de algunas imperfecciones típicas del soporte fílmico, que desafortunadamente pronto serán cosa del pasado para la mayoría de las producciones–, Errata, estrenada en la edición 2012 del Festival de Mar del Plata, pudo haber sido un interesante ejercicio de estilo en formato de corto o mediometraje. Con su metraje extendido, la ópera prima en el largometraje del joven realizador Iván Vescovo –egresado de la Universidad del Cine– va resintiéndose hasta llegar a su eventual desenlace. El film es una cruza consciente del fantástico porteño (no casualmente las referencias a Borges son constantes y directas) y de una suerte de neo noir que no es sólo expresivo, gracias a la estilizada dirección de fotografía (cortesía de Emiliano Cativa), sino narrativo, a partir de una relectura del enigma detectivesco clásico.
Las primeras escenas muestran a Ulises (Nicolas Woller), un fotógrafo de veintipico, al tiempo que es abandonado por su novia sin demasiados preámbulos. Segundos después conoce a otra mujer, nuevo amor de su vida, futura obsesión y eventual femme fatale. Ella es Alma (luminosa Guadalupe Docampo), quien desaparecerá misteriosamente, poco tiempo después, de la vida de Ulises y de todos los que la conocían. De allí en más, la odisea del protagonista se asemeja a un mal sueño, que el film no hace más que reafirmar en un tono enunciativo, evidencia del carácter pesadillesco de todo el asunto. Es ese uno de los problemas centrales de Errata, cuyo título hace mención a un simple error conceptual o de tecleo, pero al que le otorga características esotéricas e incluso metafísicas: la enfática insistencia en subrayar todas y cada una de las novedades de la historia con una puesta en escena gritona, que no deja lugar a ningún tipo de sutilezas o sugerencias.
No hay mucho que los actores puedan hacer en ese sentido, atados como están a diálogos poco atractivos y a una serie de encuadres que, en más de una ocasión, se acercan a un estilo cercano al diseño publicitario. A mitad de camino el film encuentra algunos logros en base a la idea de variación en la repetición, que bien podrían estar justificadas por la febril y laberíntica fantasía de Ulises. Pero la aparición de un nuevo personaje femenino pone en marcha una serie de vueltas de tuerca que borran con el codo lo escrito con la mano, cambiando drásticamente el estricto punto de vista adoptado hasta ese momento y transformando a Errata en un derivado algo simplón de las películas de timadores timados.