Búsqueda frenética
En su opera prima, nada desdeñable, Iván Vescovo cae en la trampa que acecha a los debutantes: la tentación de demostrar todo lo que se sabe en la primera obra.
Errata, filmada en blanco y negro, en 16 mm., con mucha cámara en mano, prueba que Vescovo -egresado de la FUC- tiene capacidad para crear atmósferas, fotografiar, componer planos, etc. Pero el realizador no luce tan sólido en la dirección de actores -lo evidencian varias escenas a cargo de los protagonistas- ni en el uso del mecanismo narrativo.
En este punto, Errata apela a la fragmentación tipo rompecabezas, la atemporalidad y el juego entre lo real y lo subjetivo (por la dudas, un personaje repite que no existen hechos sino interpretaciones). La historia transcurre dentro y fuera de la mente de Ulises (Nicolás Woller), un joven fotógrafo desesperado por la desaparición de su novia, Alma, estudiante de Letras (Guadalupe Docampo). Un raro y valioso ejemplar de un libro de Borges queda en el centro de la trama.
La película combina el policial negro, el thriller psicológico -con secuencias onírico/pesadillescas- y el drama sentimental. Su estructura y algunos diálogos, pretenciosos, parecen menos al servicio de la historia que de cierto alarde ornamental. Los secundarios con nombres de peso -Claudio Tolcachir, Arturo Goetz, Martín Piroyansky- resaltan una potencialidad no explotada.
Vescovo, que no carece de talento, intenta dialogar con Borges y con el El jardín de los senderos que se bifurcan. Pero se olvida o ignora un consejo de su homenajeado: que el estilo del autor no debe interponerse entre el lector (en este caso, espectador) y la obra.