El niño prodigio Dolan vuelve a revisar sus obsesiones: lo mal que se lleva con su madre, la imposibilidad de empatía en el mundo de hoy, la dificultad de traducir el dolor en arte, entre otras cosas. Un drama familiar hecho a retazos que sustituye la emoción y la veracidad por el manejo profesional de la crispación a reglamento, eso sí, con actores más caros que en sus principios.