Llega Es sólo el fin del mundo, la nueva película de Xavier Dolan, gran Premio del Jurado en el último Festival de Cannes.
Un joven escritor regresa a su casa natal, luego de doce años de ausencia, para hacer un importante anuncio. A poco de poner un pie en la casa, una serie de tensiones entre el recién llegado y los habitantes del lugar donde pasó su infancia, le harán postergar lo que les viene a contar.
Basada en una obra teatral del dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce, las palabras, dichas a los gritos son lava caliente en esta familia disfuncional. Las relaciones en Es sólo el fin del mundo, están dadas por contrastes: a los gritos de casi todos los integrantes de la familia se contrapone el silencio de Luis-Jean, quizás todo lo que tenía para decir a esa familia, lo haya hecho en la su obra (se sabe que es escritor) y es por eso, que la mayoría de las veces, prefiere callar, casi atónito, ante la catarata de palabras que le escupen su hermano menor, su hermana más joven , su madre y hasta la cuñada que conoce personalmente cuando vuelve a su casa. El regresa para contarles que sufre de una enfermedad terminal, pero no se anima a decírselo a nadie, solo el espectador es depositario de este secreto. Al parecer ninguno está dispuesto a escuchar, sino a decir lo suyo de manera violenta. Y si en Mommy lo asfixiante estaba en el formato cuadrado de la imagen, acá es la cámara pegada a la nuca y los rostros en primerísimos planos cerrados, lo que agobia. Por momentos es insoportable que la vuelta al nido de este moribundo, tenga tan poco eco en su familia disfuncional. Llega para recomponer vínculos y todos parecen reprocharle su partida, pero nadie considera retenerlo.
En Es sólo el fin del mundo, Dolan entrega un opus que apabulla por los gritos, exaspera por la forma en que se establecen los vínculos en esa familia, y por las motivaciones que no terminan de explicarse del todo, constituyendo una arbitraria muestras de (malos) comportamientos. Y a la vez, coloca al director estrella en un incomodo lugar que hace que uno se pregunte si la pirotecnia con la que construyó su corta pero prolífica carrera (tiene 27 años y realizó 6 largometrajes, es un niño terrible mimado, por los principales festivales del mundo) no está a punto de agotarse.
Protagonizada por un dream team del cine francés: Léa Seydoux, Nathalie Baye, Gaspard Ulliel, Vincent Cassel y Marion Cotillard, cada uno tiene su momento de monólogo brillante o escena de dúo con otro actor.
Para dolanistas puros, aunque quizás Es sólo el fin del mundo sea su película mas fallida, pero igualmente un elogio de la desmesura, con su irrupción de canciones pop, flashbacks híper estilizados, secuencias en cámara lenta y otras marcas de fábrica, en un desparejo despliegue de algunos de sus talentos que quizás lo empujen hacia su madurez artística. La escena final es de un lirismo tan precioso y tan memorable que hace, en parte, perdonar la gratuidad de tanta experiencia dolorosa y absurda de autodestrucción.