Cronista esencial de los traumas generados por el radical cambio social y económico que ha vivido China en los últimos años, Jia Zhangke es la figura más importante del cine independiente de su país, un artista muy valorado internacionalmente y, claramente, un hombre de acción: director de un festival, impulsor de una cadena de salas dedicadas a exhibir películas de arte y ensayo, referente cultural ineludible de su ciudad natal, Fenyang, e incluso diputado electo. Siempre enfocado en poner el dedo en la llaga, se ha manejado con la suficiente inteligencia como para esquivar la censura del gobierno chino, generalmente poco proclive a tolerar las críticas.
En este caso, el relato se desarrolla en el submundo del crimen organizado, un ambiente con reglas y rituales propios en el que las mujeres no consiguen un espacio con facilidad. Sí lo logra el valiente personaje que interpreta con aplomo Tao Zhao (actriz casada con el director), una mujer que debe abrirse camino en una sociedad patriarcal en la cual el dinero y el poder han cobrado cada vez más relevancia.
Qiao (tal su nombre en esta ficción) detecta mejor que nadie cómo se van debilitando los férreos principios de honor, lealtad y bien común que sostenían al jianghu, un universo parecido pero no idéntico al de las mafias, y también protagoniza una historia de amor llena de alternativas y extendida a lo largo de diecisiete años (de 2001 a 2018), en cuyos vaivenes está reflejado el derrotero de un país que, según el propio Jia Zhangke, se ha convertido en una "gigantesca empresa" orientada exclusivamente a la eficiencia y el beneficio económico.
Como telón de fondo de su aventura personal aparecen la industrialización creciente, una pasmosa revolución energética -del carbón al petróleo y a las imponentes represas hidroeléctricas-, la desertización de las zonas explotadas y el éxodo permanente de poblaciones enteras, resultados de una economía hiperplanificada que viene cambiando el mapa de China en más de un sentido. También la incorporación gradual y la reapropiación de tótems de la cultura pop occidental, un proceso en pleno desarrollo.
Cineasta con ideas y personalidad, Jia Zhangke maneja con maestría la combinación entre la descripción minuciosa de los pliegues de la intimidad y la pintura sociopolítica. Crea climas e imágenes de gran aliento poético y llenas de poder de sugestión y significados.