En el año 2000, Lucía Ruíz viajó con sus abuelos, Pepe y Heber, a conocer París y Madrid, de donde Pepe tuvo que exiliarse a los seis años para escapar de la Guerra Civil Española. Lucía registró ese viaje, con ojo adolescente, en su cámara VHS. Luego del fallecimiento de Pepe, se reencontró con el material grabado y comenzó otro viaje: rearmar esa historia familiar.
Lucía Ruiz, la directora, vuelve a viajar, habla con sus familiares más cercanos y conoce a algunos lejanos. Reconstruye la historia de forma siempre interesante y descubre todo el tiempo personajes que vale la pena conocer.
La película va creciendo en emoción, pero por algún motivo la directora quiere cerrar su película forzando una reflexión sobre el presente de Argentina. Se podrá discutir o no su mirada sesgada del país en la actualidad y se podrá coincidir o no con sus ideas, pero desde el punto de vista cinematográfico todo el esfuerzo realizado y sus muchos hallazgos se destruyen por esos minutos finales de película. Como si se tratara de otro film, apresurado, sin reflexión y sin emociones.