Otra película de las que ya vimos muchas, demasiadas. En "The Cellar", una familia compuesta por Keira (Elisha Cuthbert), su marido Brian Woods (Eoin Macken) y sus hijos Steven (Dylan Fitzmaurice Brady) y la adolescente Ellie (Abby Fitz) se mudan a una nueva casa, una mansión en realidad, donde el primer día descubren un sótano que será el eje de toda la trama. Ya en la casa pasa lo usual, susurros, golpes, puertas que al cerrarse luego no se pueden abrir y la seguridad de que alguien, más allá de esa familia de cuatro, la habita. Escrita y dirigida por Brendan Muldowney el largometraje plantea desde el inicio que el temido sótano guarda algún secreto cuando la madre manda a su hija a ver un disyuntor cuando se corta la luz, ya que en la primera noche los padres deben ir a una reunión de trabajo y sus hijos se quedan solos en esa enorme casa. Ellie baja a chequear cual es el problema, desaparece y a partir de este hecho, lo que sigue es su búsqueda, con muy poca colaboración de la policía que piensa que la joven pudo haber escapado. Keira comienza a averiguar quiénes vivieron antes allí y que significan unos extraños símbolos que están pegados arriba de las puertas. La madre no baja los brazos en la búsqueda, aunque, (opinión personal), su accionar no es tan desesperado. Después, lo usual, el marido descreído de lo que puede haber en la casa y el niño en peligro latente. Una fórmula muy gastada, aquí sin sobresaltos, que me recuerda cuán buenas fueron cualquiera de "El Conjuro" (aunque recomiendo la 1 y la 2 preferentemente), "Poiltergeist" o "Amityville" con la misma temática. Después de miles de películas del género terror, hay que buscar algo más original cuando se trata de sorprender al espectador.