Es verdaderamente una pena que American Hustle llegue a las salas luego de la explosiva El Lobo de Wolf Street, ya que ambas tienen como basamento principal la codicia humana y la ambición por cumplir el mentado sueño americano. La nueva película del asombroso David O. Russell, uno de los directores más aclamados por la crítica en estos últimos, no tiene la potencia furiosa del film de Scorsese sino mas bien juega dentro de las líneas sutiles de la comedia y la estafa, en una habilidosa narración que no es inventiva pero se refuerza con un elenco totalmente avasallante.
La historia de American Hustle quizás es lo que menos haga ruido en las semanas venideras, basada ligeramente en un hecho real en donde el FBI se unió a un estafador de relativamente poca monta para atrapar a políticos fraudulentos aceptando sobornos. Dentro de este marco, el protagonista es Irving Rosenfeld - un genial Christian Bale luciendo nuevamente su compromiso físico para con el personaje - quien a través de una vida dura irá aprendiendo el oficio de engañar para sobrevivir. En su camino se cruza Sydney, una mujer que le cambia por completo y lo llevará hacia límites insospechados. Como apuntaba antes, el estilo de comedia buscado por Russell es mas puntilloso y titilante que el de Scorsese en su orgía por Wall Street. A través de personajes narrando las acciones o de situaciones incómodas hilarantes, American Hustle va tejiendo su cuento moral en una comedia inteligente, quizás demasiado para su propio bien. Para estar prevenidos, si quieren entrar a ver una nueva Wolf, saldrán decepcionados, pero más allá de la trama, lo que pesan aquí es el elenco.
En un nivel entre lo realista, lo grotesco y lo paródico, las actuaciones desbocadas de Christian Bale y el coqueto y ambicioso agente del FBI Richie DiMaso de Bradley Cooper - con dejos todavía de su papel en Silver Linings Playbook - son puntos álgidos y muy refrescantes, tienen buena química, y ambos buscan superarse el uno al otro. Más que los hombres, son las mujeres las que se llevan la gloria actoral. Amy Adams se encuentra fantástica interpretando a Sydney, la compañera de Bale que comparte sus ansias de sobrevivir a cualquier precio. Ya sea con un exquisito acento inglés o sin él, Amy nunca tuvo un papel más lleno de aristas y dimensiones, ni tampoco estuvo tan inspirada en un papel que además le permite lucir atuendos imponentes y lujuriosos, con escotes desorbitantes que le hacen honor a su exhuberante cuerpo. La no tan inesperada sorpresa es el papel secundario que recae en Jennifer Lawrence, la nueva chica mimada por la crítica y el público, quien le cierra la boca a más de un escéptico con su arrolladora Rosalyn. Como la esposa trofeo insegura y volátil, Jennifer demuestra todo el potencial actoral que a su corta edad ya la ha llenado de premios, en escenas que simplemente quitan el aliento, ya que Lawrence encierra en su actuación dos caras: puede ser terriblemente aterradora como terriblemente sexy. El elenco, en líneas generales, es estupendo, y un prodigio que le vale al director un gran aplauso por dirigir a sus personajes con mano fuerte.
La placa al inicio explica que algunas de estas cosas pasaron de verdad, lo que le permite a Russell tomar los personajes escritos por Eric Warren Singer y revertirlos hasta un punto de no retorno, donde están a sus anchas en los alocados años '70 y sus acciones más que razonables se antojan extremas y hasta grotescas. No por nada hay escenas excelentes como el momento en la disco, o una Jennifer cantando a viva voz Live and Let Die, filmadas con intrusión por un director que sabe como conducir una historia a buen puerto. Y si bien el film es considerado una comedia, hay escenas dramáticas muy interesantes que descubren el interior de los personajes, además de una escena específica - una reunión mafiosa - captada con gran suspenso.
American Hustle es, difícilmente, una comedia para cualquier público. Su trama es interesante, pero nunca llega a cautivar, no así sus personajes, fabulosos por donde se los vea. Quizás su empuje apuntado hacia los premios quede en evidencia en muchas secuencias, pero el talento de David O. Russell no se puede desestimar, aunque su ambición sea equiparable con la de sus maravillosos y heridos protagonistas.