David O. Russell es uno de los directores más importantes y reconocidos del cine americano de los últimos tiempos. Negarlo sería olvidar el peso de películas como El Luchador, El Lado Luminoso de la vida (Silver Linings Playbook) y hasta la en su momento subvalorada Tres Reyes. Decir que su nombre es sinónimo de "autor" puede ser aún un poco apresurado, sin embargo existe asociado a su trabajo una verdad irrefutable: es, posiblemente, el mejor director de actores del Hollywood actual. Múltiples nominaciones y estatuillas de los premios Oscar lo corroboran y, si aún quedase de ello alguna duda, ahí es donde aparece Escándalo Americano, con el mejor ensamble actoral de los últimos tiempos.
A través de una historia de engaños y estafas situada en los años 70s y construida casi enteramente gracias a las lecciones de Martin Scorsese (sobre todo el de Buenos Muchachos), la trama gira en torno a una pareja de artistas de la mentira (Amy Adams y Christian Bale) que se dedican a embaucar a desesperados accionistas prometiéndoles grandes negocios, luego de cobrar, claro está, una importante comisión no retornable. La similitud con El Lobo de Wall Street, su principal competidora en los premios de la Academia, es llamativa pero finaliza aquí, cuando un agente del FBI (Bradley Cooper) entra en acción y desmantela la base de operaciones de la feliz pareja. Como es de esperarse, el FBI tiene una propuesta: libertad, a cambio de un plan conjunto para atrapar a los verdaderos peces gordos. A partir de allí, fluctuando siempre entre la comedia y el cine de género de intriga criminal, O. Russell apuesta fuerte a las complejas maniobras de sus personajes para embaucar a otros colegas intentando, lógico, no caer en la propia trampa en el medio. En un juego de dobleces y traiciones al por mayor, nadie es quien parece ser y ahí reside el encanto del género, pero no conforme sólo con eso, O. Russell dota a sus personajes de caracterizaciones fuertes y humanas que movilizan la historia hacia terrenos impensados donde, finalmente, prevalecen las reacciones logicas.
Puede que Escándalo Americano no se convierta en un clásico de culto ni mucho menos sea la mejor obra del director (ese honor lo conserva aún El Luchador), pero es sin duda una de las mejores películas de lo que dejó el 2013 (su año de producción). Russell, cambiando de género de manera constante y saliendo airoso siempre, con Escándalo Americano aumenta la expectativa de cómo seguirá su prolífica carrera y se convierte así en uno de los directores más interesantes de la actualidad, al que no conviene nunca perderle el rastro.