Más pelucas que películas
En la siguiente crítica se adelanta elementos de la trama. Se sugiere leer el texto luego de ver la película.
Fines de la década del setenta. Un estafador (Christian Bale) y su socia y amante (Amy Adams) se ven obligados a trabajar con un agente del FBI (Bradley Cooper). Durante más de dos horas las estafas varias, los cruces y las vueltas de tuerca sin gracia intentarán convencernos de que hay algo interesante, divertido o valioso en esta película. Lejos de cualquier interés, la película está mucho más preocupada por detalles superficiales que por la propia historia a los personajes. Es difícil encontrar el rumbo en una película que no lo tiene. Pero tampoco tiene el disfrute del caos que otros films a lo largo de la historia del cine han demostrado.
Los peinados son perfectas reconstrucciones de todos los peinados de la década del setenta a los que el tiempo ha mostrado como verdaderas locuras estéticas. Si existiera un premio a los peinados más horribles del mundo, Escándalo americano debería ganarlo por lejos. No todo el mundo tenía peinados y vestuarios tan ridículos. La película pierde demasiada energía en esto y descuida los demás aspectos. Pero más grave aún son las actuaciones. Es una locura difícil de comprender el que el cuarteto protagónico hay recibido tantas nominaciones y premios. No es que no sea bueno, es que directamente, salvo Amy Adams, el cuarteto es directamente malo. Premiar a los cuatro es desmerecer la actuación de Adams, además. La temporada de premios siempre ha sufrido una inercia por la cual cuando alguien entra en el radar de los premios su siguiente actuación –o realización- de un film es tomado también en cuenta a la hora de los galardones. Sí, un disparate, pero a la vez una realidad.
David O. Russell, también con muchas nominaciones a muchos premios, se expone como un director limitado, cuyas ambiciones podrán ser muy altas pero sus resultados bastante pobres. Sin las nominaciones, Escándalo americano ni merecería un difusión masiva como la que ha tenido, por eso no hay que dejarse llevar y observar la película con sus límites y falencias. La influencia de Martin Scorsese sobre Russell parece obvia y aunque pueda ser injusta –y demoledora- la comparación, está claro que Scorsese sabe tocar esta cuerda y Russell no. Aun en sus films menos logrados, Scorsese es el creador de un estilo, y Russell obviamente no.
Un interesante momento de luz –más allá de la presencia de Adams y algunos momentos de Louis C.K. – es la aparición sorpresiva de Robert De Niro. Verlo a De Niro haciendo de viejo gángster es una gran sorpresa de la película y funciona muy bien. Claro que su aparición nos devuelve esa sensación de Scorsese de segunda línea que la película tiene. Pasará la temporada de premios y tal vez se lleve el recuerdo de esta película. Si no es así, igual seguirá siendo una película mediocre.