Los astros de acción sean unidos...
Para quienes crecieron (crecimos) viendo el cine de acción de los años ’80, disfrutar a Sly y Arnold como protagonistas de un mismo film era algo que se venía aguardando desde hacía mucho tiempo. Ocurrió recién ahora, cuando Stallone ya tiene 67 y Schwarzenegger, 66. Y, aunque no estamos ante ninguna genialidad, la espera valió la pena. Escape imposible es un film menor, con algo del absurdo (el ridículo) de la clase B, pero incluso con sus evidentes limitaciones resulta un producto muy disfrutable.
Al sueco Mikael Håfström (1408, El rito) le encargaron dirigir “una de fuga de prisiones” y lo hizo con dignidad porque logra minimizar las carencias expresivas de ambos y potenciar el espíritu (auto)paródico que a esta altura los dos inevitablemente profesan. Para mi gusto, incluso, debió exagerarse aún más el tono a-la-Los indestructibles, pero aunque el film se pretende “serio” en la superficie (intenta sostener una “lógica”), internamente es una apuesta lúdica, sin apostar por un verosímil que sea… verosímil.
Stallone es Ray Breslin, un ex abogado que se ha especializado en… escapar de las cárceles. Tan experto es que ha escrito un best seller al respecto y lo contratan para que entre como preso y, al fugarse, detecte los agujeros de sus sistemas de seguridad. Pero, claro, al mago de las huidas lo engañan y termina en un centro de detención de última generación financiado por oscuras corporaciones y manejado con absoluto sadismo por el personaje de Jim Caviezel. Allí, mientras es sometido a todo tipo de vejámenes y humillaciones, conoce a Emil Rottmayer (Schwarzenegger) y juntos intentarán hacer honor al título de la película.
La película está concebida sobre todo para el lucimiento de Sly (le tocan los mejores one-liners: “Pegás como un vegetariano”, por ejemplo), pero Arnold -que se ríe (y nos hace reir) hablando alemán- se las ingenia para sacar a flote a un personaje que tiene su nobleza.
No voy a adelantar ningún detalle de la trama ni de los planes de fuga para no atentar contra el pleno disfrute del film. Si el lector piensa en Escape imposible como una película en la línea del cine de acción “intelectual” de los Christopher Nolan o los David Fincher está muy equivocado. Aquí todo es básico, un poco torpe si se quiere, pero simpático y eficaz. Los viejitos piolas son la gran atracción de esta propuesta y, para mi gusto, devuelven con creces el valor de la entrada. Lo demás… lo demás es pirotecnia, puro humo, relleno ¡Larga vida, entonces, a Sly & Arnold!