De un tiempo a esta parte Silvester Stallone tuvo la buena idea de juntar iconos del cine de acción, por momentos de manera paródica, sin ningún hallazgo, ni nada original, pero con buenos resultados, como la saga de “Los indestructibles” (2010 y 2012), de la cual ya esta en post producción la tercera, con estreno anunciado para el próximo año.
También Arnold Schwarzenegger ya había incursionado en producciones de ese tenor, al mismo tiempo que podía representarse a sí mismo con matiz burlón, pero siempre estando en juego algo del orden de una historia que atrape, por momentos inescrutable, por momentos muy satírica.
Esta producción esta muy lejos de ambos casos, empezando por la instalación de la verosimilitud en forma demasiado rápida, demasiado pueril, demasiado insustancial, el punto es que el verosímil nunca va de la mano de lo cierto sino de lo creíble, y para eso debe instalarse correctamente y con mucho cuidado.
Esto no ocurre pues todas las fichas están puestas en función de juntar dos mega estrellas con el fin de que se refleje en la taquilla, podría suceder, pero no justificaría ningún otro valor.
Todo el filme es a la postre un catalogo de lugares comunes, previsible al extremo, por momentos tedioso y aburrido. Hay buenos por antonomasia y malos por definición, al mismo tiempo que quieren hacer suponer que nada es lo que parece y que las vueltas de tuercas producidas por el guión sorprenderán a alguien, cosa que no sucede nunca, pues ni el tema de la traición, tan caro para este género, da buenos dividendos, muy lejos de cómo lo constituyo Brian de Palma en la primera “Mision imposible” (1996).
Ray Breslin (Silvester Stallone), un ex abogado (¿?) devenido en uno de los grandes escapistas del mundo, tal cual Houdini, es calificado por su jefe como la máxima autoridad en materia de seguridad estructural edilicia, algo así como el personaje experto en seguridad en sistemas de computación que interpreto Robert Redford en “Héroes por azar” (1992), pero con pequeñas diferencias, a éste último se lo creías.
Después de investigar, como un penado interno, las prisiones de alta seguridad, se fuga de ellas demostrando su vulnerabilidad, para ello debe aprender, a partir de una amplia gama de habilidades que posee tanto la supervivencia como el medio y la forma de fuga, lo que le permite diseñar cárceles a prueba de escapes, para lo cual sus capacidades son puestas a prueba.
Ray escribe textos, reunidos luego en un libro, con sus experiencias y sus conocimientos para dar cuenta de que elementos son necesarios para que una cárcel resulte inexpugnable.
A partir de un pedido del FBI para que evalúe un nuevo instituto, es encarcelado en una prisión, que luego descubre fue concebida utilizando su libro para diseñarla, considerada a prueba de evasiones, Es entonces cuando nada sale como fue planeado, su equipo pierde contacto, él ha sido considerado como desaparecido. Se encuentra solo, a su propia suerte y sometido a los arbitrios de un funcionario cuasi sádico. Así planteada su situación deberá diseñar la manera de escapar, descubrir a la persona que lo traiciono y lo puso tras las rejas.
En esa circunstancia conoce a Emyl Rottmayer, (Arnold schwazenegger), otro preso que lo descubre en su plan de escape, para lo cual se convierte en su mejor amigo con el que pergeñará todo tipo de ardides.
Stallone otra vez hace de sí mismo, mucha mueca y poco gesto. Arnold se lo toma en broma, juega consigo mismo y con el personaje, hablando e insultando en alemán con gesticulaciones grandilocuentes.
El malo es el director de la cárcel, Hobbes (Jim Caviezel), no sólo es maléfico sino como corresponde un corrupto, ya que todo lo hace por el vil dinero.
Hay otros dos personajes que están puesto casi con fórceps, sin hacer paralelismo con un parto complicado, uno, es otro preso de origen árabe, como para rellenar o completar, el otro, es el medico de la prisión, todo un desperdicio de un actor como Sam Neill para tan poca cosa.
“Escape imposible” es una producción menor, a pesar de estar dirigida con mucho oficio por el sueco Mikael Håfström, no es más que eso, con algo de tono tosco asemejándose a los filmes clase B, aunque en producción no lo parezca, y con indudables limitaciones desde el guión.
Trascenderá a los amantes del genero por el cartel de sus protagonistas, sólo por eso.